Está claro que estamos viviendo en un mundo en rebelión. El desprecio
por la ley está en el aire que respiramos. La contaminación de la tierra,
el agua y el aire; la contaminación de la mente de los hombres; el bajo
nivel de sus pensamientos y diversiones; el egoísmo, el orgullo y la
violencia. Nuestros hijos han nacido y han aprendido en el vicio y en el
fraude.
Nos estamos acercando rápidamente al fin. Y en ningún lugar todo esto es más
obvio que en las iglesias, que abiertamente están enseñando que la verdadera
religión está en armonía con la quiebra de los Diez Mandamientos. Sólo en los
días de Noé hubieron condiciones peores a las actuales. En aquel tiempo, Dios se
introdujo en la historia y destruyó la tierra con un diluvio. Sólo hubieron ocho
personas que aun Lo sirvieron y Le obedecieron. Si Él no hubiera intervenido,
los justos habrían sido totalmente borrados de la faz de la tierra.
En nuestros días, los hombres se han levantado para construir gigantescos
monopolios, sindicatos y federaciones. Tanto en los gobiernos como en los
negocios unas pocas empresas gigantes están tomando el control.
La profeta de Dios para estos últimos días ha declarado que Satanás intenta
un movimiento final, y a través de un expediente muy simple: forzar la
desobediencia con respecto a uno de los Diez Mandamientos, y así borrar al
pueblo de Dios de la tierra. Ellos llegarán aun hasta el decreto, o algo mas.
A través de la profecía, la cortina es abierta, y vemos la crisis que
gradualmente se está acercando:
"Merced a los dos errores capitales, el de la inmortalidad del alma y el de
la santidad del domingo, Satanás prenderá a los hombres en sus redes. Mientras
aquél forma la base del espiritismo, éste crea un lazo de simpatía con Roma. Los
protestantes de los Estados Unidos serán los primeros en tender las manos a
través de un doble abismo al espiritismo y al poder romano; y bajo la influencia
de esta triple alianza ese país marchará en las huellas de Roma, pisoteando los
derechos de la conciencia.
"En la medida en que el espiritismo imita más de cerca al cristianismo
nominal de nuestros días, tiene también mayor poder para engañar y seducir. De
acuerdo con el pensar moderno, Satanás mismo se ha convertido. Se manifestará
bajo la forma de un ángel de luz. Por medio del espiritismo han de cumplirse
milagros, los enfermos sanarán, y se realizarán muchos prodigios innegables. Y
como los espíritus profesarán creer en la Biblia y manifestarán respeto por las
instituciones de la iglesia, su obra será aceptada como manifestación del poder
divino...
"El espiritismo hace aparecer a Satanás como benefactor de la raza humana,
que sana las enfermedades del pueblo y profesa presentar un sistema religioso
nuevo y más elevado; pero al mismo tiempo obra como destructor...
"Al par que se hace pasar ante los hijos de los hombres como un gran médico
que puede curar todas sus enfermedades, Satanás producirá enfermedades y
desastres al punto que ciudades populosas sean reducidas a ruinas y desolación.
Ahora mismo está obrando. Ejerce su poder en todos los lugares y bajo mil
formas: en las desgracias y calamidades de mar y tierra, en las grandes
conflagraciones, en los tremendos huracanes y en las terribles tempestades de
granizo, en las inundaciones, en los ciclones, en las mareas extraordinarias y
en los terremotos. Destruye las mieses casi maduras y a ello siguen la hambruna
y la angustia; propaga por el aire emanaciones mefíticas y miles de seres
perecen en la pestilencia. Estas plagas irán menudeando más y más y se harán más
y más desastrosas. La destrucción caerá sobre hombres y animales. "La tierra se
pone de luto y se marchita", "desfallece la gente encumbrada de la tierra. La
tierra también es profanada bajo sus habitantes; porque traspasaron la ley,
cambiaron el estatuto, y quebrantaron el pacto eterno".
"Y luego el gran engañador persuadirá a los hombres de que son los que sirven
a Dios los que causan esos males. La parte de la humanidad que haya provocado el
desagrado de Dios lo cargará a la cuenta de aquellos cuya obediencia a los
mandamientos divinos es una reconvención perpetua para los transgresores. Se
declarará que los hombres ofenden a Dios al violar el descanso del domingo...
"El poder milagroso que se manifiesta en el espiritismo ejercerá su
influencia en perjuicio de los que prefieren obedecer a Dios antes que a los
hombres. Habrá comunicaciones de espíritus que declararán que Dios los envió
para convencer de su error a los que rechazan el domingo y afirmarán que se debe
obedecer a las leyes del país como a la ley de Dios. Lamentarán la gran maldad
existente en el mundo y apoyarán el testimonio de los ministros de la religión
en el sentido de que la degradación moral se debe a la profanación del domingo.
Grande será la indignación despertada contra todos los que se nieguen a aceptar
sus aseveraciones...
"Los que honran el sábado de la Biblia serán denunciados como enemigos de la
ley y del orden, como quebrantadores de las restricciones morales de la
sociedad, y por lo tanto causantes de anarquía y corrupción que atraen sobre la
tierra los altos juicios de Dios. Sus escrúpulos de conciencia serán presentados
como obstinación, terquedad y rebeldía contra la autoridad. Serán acusados de
deslealtad hacia el gobierno. Los ministros que niegan la obligación de observar
la ley divina predicarán desde el púlpito que hay que obedecer a las autoridades
civiles porque fueron instituidas por Dios. En las asambleas legislativas y en
los tribunales se calumniará y condenará a los que guardan los mandamientos. Se
falsearán sus palabras, y se atribuirán a sus móviles las peores intenciones.
"Los dignatarios de la iglesia y del estado se unirán para hacer que todos
honren el domingo, y para ello apelarán al cohecho, a la persuasión o a la
fuerza. La falta de autoridad divina se suplirá con ordenanzas abrumadoras...
"Se hará oposición y se ridiculizará a los que traten de obedecer a todos los
mandamientos de Dios. Ellos no podrán subsistir sino en Dios. Para poder
soportar la prueba que les espera deben comprender la voluntad de Dios tal cual
está revelada en su Palabra, pues no pueden honrarle sino en la medida del
conocimiento que tengan de su carácter, gobierno y propósitos divinos y en la
medida en que obren conforme a las luces que les hayan sido concedidas. Sólo los
que hayan fortalecido su espíritu con las verdades de la Biblia podrán resistir
en el último gran conflicto. Toda alma ha de pasar por la prueba decisiva:
¿Obedeceré a Dios antes que a los hombres? La hora crítica se acerca. ¿Hemos
asentado los pies en la roca de la inmutable Palabra de Dios? ¿Estamos
preparados para defender firmemente los mandamientos de Dios y la fe de
Jesús?...
"Pero Dios tendrá en la tierra un pueblo que sostendrá la Biblia y la Biblia
sola, como piedra de toque de todas las doctrinas y base de todas las reformas.
Ni las opiniones de los sabios, ni las deducciones de la ciencia, ni los credos
o decisiones de concilios tan numerosos y discordantes como lo son las iglesias
que representan, ni la voz de las mayorías, nada de esto, ni en conjunto ni en
parte, debe ser considerado como evidencia en favor o en contra de cualquier
punto de fe religiosa. Antes de aceptar cualquier doctrina o precepto debemos
cerciorarnos de si los autoriza un categórico "Así dice Jehová".
"Satanás trata continuamente de atraer la atención hacia los hombres en lugar
de atraerla hacia Dios. Hace que el pueblo considere como sus guías a los
obispos, pastores y profesores de teología, en vez de estudiar las Escrituras
para saber por sí mismo cuáles son sus deberes. Dirigiendo luego la inteligencia
de esos mismos guías, puede entonces también encaminar las multitudes a su
voluntad...
"La iglesia romana reserva al clero el derecho de interpretar las Santas
Escrituras, y so pretexto de que sólo los eclesiásticos son competentes para
explicar la Palabra de Dios, priva de ella al pueblo. Aun cuando la Reforma hizo
las Escrituras accesibles a todos, este mismo principio sustentado por Roma es
el que hoy impide a miles y miles en las iglesias protestantes que las estudien
por sí mismos. Se les enseña a aceptar sus doctrinas tal cual las interpreta la
iglesia; y hay millares de personas que no admiten nada, por evidente que sea su
revelación en las Sagradas Escrituras, si resulta en oposición con su credo o
con las enseñanzas adoptadas por sus respectivas iglesias...
"La verdad y la gloria de Dios son inseparables, y nos es imposible honrar a
Dios con opiniones erróneas cuando tenemos la Biblia a nuestro alcance. Muchos
sostienen que no importa lo que uno cree, siempre que su conducta sea buena.
Pero la vida es modelada por la fe. Si teniendo la luz y la verdad a nuestro
alcance, no procuramos conocerla, de hecho la rechazamos y preferimos las
tinieblas a la luz.
"El primero y más alto deber de toda criatura racional es el de escudriñar la
verdad en las Sagradas Escrituras y luego andar en la luz y exhortar a otros a
que sigan su ejemplo. Día tras día deberíamos estudiar diligentemente la Biblia,
pesando cada pensamiento y comparando texto con texto. Con la ayuda de Dios
debemos formarnos nuestras propias opiniones ya que tenemos que responder a Dios
por nosotros mismos...
"Más de una porción de las Sagradas Escrituras que los eruditos declaran ser
un misterio o que estiman de poca importancia, está llena de consuelo e
instrucción para el que estudió en la escuela de Cristo. Si muchos teólogos no
comprenden mejor la Palabra de Dios, es por la sencilla razón de que cierran los
ojos con respecto a unas verdades que no desean poner en práctica. La
comprensión de las verdades bíblicas no depende tanto de la potencia intelectual
aplicada a la investigación como de la sinceridad de propósitos y del ardiente
anhelo de justicia que animan al estudiante...
"Vivimos en el período más solemne de la historia de este mundo. La suerte de
las innumerables multitudes que pueblan la tierra está por decidirse. Tanto
nuestra dicha futura como la salvación de otras almas dependen de nuestra
conducta actual. Necesitamos ser guiados por el Espíritu de Verdad. Todo
discípulo de Cristo debe preguntar seriamente: "¿Señor, qué quieres que haga?"
Necesitamos humillarnos ante el Señor, ayunar, orar y meditar mucho en su
Palabra, especialmente acerca de las escenas del juicio. Debemos tratar de
adquirir actualmente una experiencia profunda y viva en las cosas de Dios, sin
perder un solo instante...
"Cuando llegue el tiempo de la prueba, los que hayan seguido la Palabra de
Dios como regla de conducta, serán dados a conocer. En verano no hay diferencia
notable entre los árboles de hojas perennes y los que las pierden; pero cuando
vienen los vientos de invierno los primeros permanecen verdes en tanto que los
otros pierden su follaje. Así puede también que no sea dado distinguir
actualmente a los falsos creyentes de los verdaderos cristianos, pero pronto
llegará el tiempo en que la diferencia saltará a la vista. Dejad que la
oposición se levante, que el fanatismo y la intolerancia vuelvan a empuñar el
cetro, que el espíritu de persecución se encienda, y entonces los tibios e
hipócritas vacilarán y abandonarán la fe; pero el verdadero cristiano
permanecerá firme como una roca, con más fe y esperanza que en días de
prosperidad...
"Terrible será la crisis a que llegará el mundo. Unidos los poderes de la
tierra para hacer la guerra a los mandamientos de Dios, decretarán que todos los
hombres, "pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos", se conformen a
las costumbres de la iglesia y observen el falso día de reposo. Todos los que se
nieguen a someterse serán castigados por la autoridad civil, y finalmente se
decretará que son dignos de muerte. Por otra parte, la ley de Dios que impone el
día de reposo del Creador exige obediencia y amenaza con la ira de Dios a los
que violen sus preceptos...
"El sábado será la gran piedra de toque de la lealtad; pues es el punto
especialmente controvertido. Cuando esta piedra de toque les sea aplicada
finalmente a los hombres, entonces se trazará la línea de demarcación entre los
que sirven a Dios y los que no le sirven. Mientras la observancia del falso día
de reposo (domingo), en obedecimiento a la ley del estado y en oposición al
cuarto mandamiento, será una declaración de obediencia a un poder que está en
oposición a Dios, la observancia del verdadero día de reposo (sábado), en
obediencia a la ley de Dios, será señal evidente de la lealtad al Creador.
Mientras que una clase de personas, al acepta el signo de la sumisión a los
poderes del mundo, recibe la marca de la bestia, la otra, por haber escogido el
signo de obediencia a la autoridad divina, recibirá el sello de Dios".
Solamente aquellos que están decididos a vivir en forma limpia, vidas
piadosas en obediencia a los Diez Mandamientos, a través de la poderosa gracia
de Cristo, atravesarán la terrible crisis que está justo delante de nosotros.
Pero con la fuerza de Dios puede hacerse. La religión de la Biblia es la gran
necesidad de nuestro tiempo. Muchos rechazan algunas partes de la Biblia, y
mucho más la rechazan totalmente. Pero el Cielo quiere hombres y mujeres que
vivan de toda las palabras de Dios.
Capítulo 16:
Se Termina un Mundo
No está en el hombre dirigir sus propios pasos, ni predecir el futuro. Pero
Dios puede hacerlo. Y a través de Sus siervos escogidos, Él revela el futuro
ante un mundo que está al borde del precipicio.
Aun cuando muchos hombres pensantes reconocen que hay una terrible crisis que
está delante de nosotros, muchos no reconocen por qué se nos viene encima y en
qué va a consistir: No está basada en políticos, ni en relaciones
internacionales, ni en tecnología científica, ni en armamento, ni en algún
desastre económico.
El problema básico es la degeneración moral. Los hombres se están destruyendo
a sí mismos al no obedecer los Diez Mandamientos. Y a causa de esto, el fin está
muy próximo. He aquí, brevemente, una pequeña parte de lo que nos espera:
"Terrible será la crisis a que llegará el mundo. Unidos los poderes de la
tierra para hacer la guerra a los mandamientos de Dios, decretarán que todos los
hombres, "pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos", se conformen a
las costumbres de la iglesia y observen el falso día de reposo. Todos los que se
nieguen a someterse serán castigados por la autoridad civil, y finalmente se
decretará que son dignos de muerte. Por otra parte, la ley de Dios que impone el
día de reposo del Creador exige obediencia y amenaza con la ira de Dios a los
que violen sus preceptos.
"Dilucidado así el asunto, cualquiera que pisotee la ley de Dios para
obedecer una ordenanza humana, recibe la marca de la bestia; acepta el signo de
sumisión al poder al cual prefiere obedecer en lugar de obedecer a Dios. La
amonestación del cielo dice así: "¡Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y
recibe su marca en su frente, o en su mano, él también beberá del vino de la ira
de Dios, que está preparado sin mezcla alguna en el cáliz de su ira!".
Pero nadie sufrirá la ira de Dios antes que la verdad haya sido presentada a
su espíritu y a su conciencia, y que la haya rechazado. Hay muchas personas que
no han tenido jamás oportunidad de oír las verdades especiales para nuestros
tiempos. La obligación de observar el cuarto mandamiento no les ha sido jamás
presentada bajo su verdadera luz. Aquel que lee en todos los corazones y prueba
todos los móviles no dejará que nadie que desee conocer la verdad sea engañado
en cuanto al resultado final de la controversia. El decreto no será impuesto
estando el pueblo a ciegas. Cada cual tendrá la luz necesaria para tomar una
resolución consciente.
"El sábado será la gran piedra de toque de la lealtad; pues es el punto
especialmente controvertido. Cuando esta piedra de toque les sea aplicada
finalmente a los hombres, entonces se trazará la línea de demarcación entre los
que sirven a Dios y los que no le sirven. Mientras la observancia del falso día
de reposo (domingo), en obedecimiento a la ley del estado y en oposición al
cuarto mandamiento, será una declaración de obediencia a un poder que está en
oposición a Dios, la observancia del verdadero día de reposo (sábado), en
obediencia a la ley de Dios, será señal evidente de la lealtad al Creador.
Mientras que una clase de personas, al acepta el signo de la sumisión a los
poderes del mundo, recibe la marca de la bestia, la otra, por haber escogido el
signo de obediencia a la autoridad divina, recibirá el sello de Dios...
"Diferentes períodos de la historia de la iglesia fueron señalados por el
desarrollo de alguna verdad especial adaptada a las necesidades del pueblo de
Dios en aquel tiempo. Cada nueva verdad se abrió paso entre el odio y la
oposición; los que fueron favorecidos con su luz se vieron tentados y probados.
El Señor envía al pueblo una verdad especial para la situación en que se
encuentra. ¿Quién se atreverá a publicarla? El manda a sus siervos a que dirijan
al mundo el último llamamiento de la misericordia divina. No pueden callar sin
peligro de sus almas. Los embajadores de Cristo no tienen por qué preocuparse de
las consecuencias. Deben cumplir con su deber y dejar a Dios los resultados.
"Conforme va revistiendo la oposición un carácter más violento, los siervos
de Dios se ponen de nuevo perplejos, pues les parece que son ellos mismos los
que han precipitado la crisis; pero su conciencia y la Palabra de Dios les dan
la seguridad de estar en lo justo; y aunque sigan las pruebas se sienten
robustecidos para sufrirlas. La lucha arrecia más y más, pero la fe y el valor
de ellos aumentan con el peligro. Este es el testimonio que dan: "No nos
atrevemos a alterar la Palabra de Dios dividiendo su santa ley, llamando parte
de ella esencial y parte de ella no esencial, para obtener el favor del mundo.
El Señor a quien servimos puede librarnos. Cristo venció los poderes del mundo;
¿y nos atemorizaría un mundo ya vencido?"...
"Pero mientras Jesús siga intercediendo por el hombre en el santuario
celestial, los gobernantes y el pueblo...
"Cuando él abandone el santuario, las tinieblas envolverán a los habitantes
de la tierra. Durante ese tiempo terrible, los justos deben vivir sin
intercesor, a la vista del santo Dios. Nada refrena ya a los malos y Satanás
domina por completo a los impenitentes empedernidos. La paciencia de Dios ha
concluido. El mundo ha rechazado su misericordia, despreciado su amor y
pisoteado su ley; Los impíos han dejado concluir su tiempo de gracia; el
Espíritu de Dios, al que se opusieran obstinadamente, acabó por apartarse de
ellos. Desamparados ya de la gracia divina, están a merced de Satanás, el cual
sumirá entonces a los habitantes de la tierra en una gran tribulación final.
Como los ángeles de Dios dejen ya de contener los vientos violentos de las
pasiones humanas, todos los elementos de contención se desencadenarán. El mundo
entero será envuelto en una ruina más espantosa que la que cayó antiguamente
sobre Jerusalén...
"Así también, cuando la decisión irrevocable del santuario haya sido
pronunciada y el destino del mundo haya sido determinado para siempre, los
habitantes de la tierra no lo sabrán. Las formas de la religión seguirán en
vigor entre las muchedumbres de en medio de las cuales el Espíritu de Dios se
habrá retirado finalmente; y el celo satánico con el cual el príncipe del mal ha
de inspirarlas para que cumplan sus crueles designios, se asemejará al celo por
Dios.
"Una vez que el sábado llegue a ser el punto especial de controversia en toda
la cristiandad y las autoridades religiosas y civiles se unan para imponer la
observancia del domingo, la negativa persistente, por parte de una pequeña
minoría, de ceder a la exigencia popular, la convertirá en objeto de execración
universal...
Se demandará con insistencia que no se tolere a los pocos que se oponen a una
institución de la iglesia y a una ley del estado; pues vale más que esos pocos
sufran y no que naciones enteras sean precipitadas a la confusión y anarquía.
Este mismo argumento fue presentado contra Cristo hace mil ochocientos años por
los "príncipes del pueblo". "Nos conviene -dijo el astuto Caifás- que un hombre
muera por el pueblo, y no que toda la nación se pierda". Este argumento parecerá
concluyente y finalmente se expedirá contra todos los que santifiquen el sábado
un decreto que los declare merecedores de las penas más severas y autorice al
pueblo para que, pasado cierto tiempo, los mate...
"Los tiempos de apuro y angustia que nos esperan requieren una fe capaz de
soportar el cansancio, la demora y el hambre, una fe que no desmaye a pesar de
las pruebas más duras. El tiempo de gracia les es concedido a todos a fin de que
se preparen para aquel momento. Jacob prevaleció porque fue perseverante y
resuelto. Su victoria es prueba evidente del poder de la oración importuna.
Todos los que se aferren a las promesas de Dios como lo hizo él, y que sean tan
sinceros como él lo fue, tendrán tan buen éxito como él. Los que no están
dispuestos a negarse a sí mismos, a luchar desesperadamente ante Dios y a orar
mucho y con empeño para obtener su bendición, no lo conseguirán. ¡Cuán pocos
cristianos saben lo que es luchar con Dios! ¡Cuán pocos son los que jamás
suspiraron por Dios con ardor hasta tener como en tensión todas las facultades
del alma! Cuando olas de indecible desesperación envuelven al suplicante, ¡cuán
raro es verle atenerse con fe inquebrantable a las promesas de Dios!
"Los que sólo ejercitan poca fe, están en mayor peligro de caer bajo el
dominio de los engaños satánicos y del decreto que violentará las conciencias. Y
aun en caso de soportar la prueba, en el tiempo de angustia se verán sumidos en
mayor aflicción porque no se habrán acostumbrado a confiar en Dios. Las
lecciones de fe que hayan descuidado, tendrán que aprenderlas bajo el terrible
peso del desaliento.
"Deberíamos aprender ahora a conocer a Dios, poniendo a prueba sus promesas.
Los ángeles toman nota de cada oración ferviente y sincera. Sería mejor
sacrificar nuestros propios gustos antes que descuidar la comunión con Dios. La
mayor pobreza y la más absoluta abnegación, con la aprobación divina, valen más
que las riquezas, los honores, las comodidades y amistades sin ella. Debemos
darnos tiempo para orar...
"Pronto aparecerán en el cielo signos pavorosos de carácter sobrenatural, en
prueba del poder milagroso de los demonios. Los espíritus de los demonios irán
en busca de los reyes de la tierra y por todo el mundo para aprisionar a los
hombres con engaños e inducirlos a que se unan a Satanás en su última lucha
contra el gobierno de Dios. Mediante estos agentes, tanto los príncipes como los
súbditos serán engañados. Surgirán entes que se darán por el mismo Cristo y
reclamarán los títulos y el culto que pertenecen al Redentor del mundo. Harán
curaciones milagrosas y asegurarán haber recibido del cielo revelaciones
contrarias al testimonio de las Sagradas Escrituras.
"El acto capital que coronará el gran drama del engaño será que el mismo
Satanás se dará por el Cristo. Hace mucho que la iglesia profesa esperar el
advenimiento del Salvador como consumación de sus esperanzas. Pues bien, el gran
engañador simulará que Cristo habrá venido. En varias partes de la tierra,
Satanás se manifestará a los hombres como ser majestuoso, de un brillo
deslumbrador, parecido a la descripción que del Hijo de Dios da Juan en el
Apocalipsis. La gloria que le rodee superará cuanto hayan visto los ojos de los
mortales. El grito de triunfo repercutirá por los aires: "¡Cristo ha venido!
¡Cristo ha venido!" El pueblo se postrará en adoración ante él, mientras levanta
sus manos y pronuncia una bendición sobre ellos como Cristo bendecía a sus
discípulos cuando estaba en la tierra. Su voz es suave y acompasada aunque llena
de melodía. En tono amable y compasivo, enuncia algunas de las verdades
celestiales y llenas de gracia que pronunciaba el Salvador; cura las dolencias
del pueblo, y luego, en su fementido carácter de Cristo, asegura haber mudado el
día de reposo del sábado al domingo y manda a todos que santifiquen el día
bendecido por él. Declara que aquellos que persisten en santificar el séptimo
día blasfeman su nombre porque se niegan a oír a sus ángeles, que les fueron
enviados con la luz de la verdad. Es el engaño más poderoso y resulta casi
irresistible. Como los samaritanos fueron engañados por Simón el Mago, así
también las multitudes, desde los más pequeños hasta los mayores, creen en ese
sortilegio y dicen: "Este es el poder de Dios llamado grande".
"Pero el pueblo de Dios no se extraviará. Las enseñanzas del falso Cristo no
están de acuerdo con las Sagradas Escrituras. Su bendición va dirigida a los que
adoran la bestia y su imagen, precisamente aquellos sobre quienes dice la Biblia
que la ira de Dios será derramada sin mezcla.
"Además, no se le permitirá a Satanás contrahacer la manera en que vendrá
Jesús. El Salvador previno a su pueblo contra este engaño y predijo claramente
cómo será su segundo advenimiento. "Porque se levantarán falsos Cristos y falsos
profetas, y darán señales grandes y prodigios; de tal manera que engañarán, si
es posible, aun a los escogidos.... Así que, si os dijeren: He aquí en el
desierto está; no salgáis: He aquí en las cámaras; no creáis. Porque como el
relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también
la venida del Hijo del hombre". No se puede remedar semejante aparición. Todos
la conocerán y el mundo entero la presenciará...
"Cuando Cristo deje de interceder en el santuario, se derramará sin mezcla la
ira de Dios de la que son amenazados los que adoran a la bestia y a su imagen y
reciben su marca...
"Estas plagas no serán universales, pues de lo contrario los habitantes de la
tierra serían enteramente destruidos. Sin embargo serán los azotes más terribles
que hayan sufrido jamás los hombres. Todos los juicios que cayeron sobre los
hombres antes del fin del tiempo de gracia fueron mitigados con misericordia. La
sangre propiciatoria de Cristo impidió que el pecador recibiese el pleno castigo
de su culpa; pero en el juicio final la ira de Dios se derramará sin mezcla de
misericordia...
"Mientras los malvados estén muriéndose de hambre y pestilencia, los ángeles
protegerán a los justos y suplirán sus necesidades...
"El Señor permite los conflictos a fin de preparar al alma para la paz. El
tiempo de angustia es una prueba terrible para el pueblo de Dios; pero es el
momento en que todo verdadero creyente debe mirar hacia arriba a fin de que por
la fe pueda ver el arco de la promesa que le envuelve...
"Pronto aparece en el este una pequeña nube negra, de un tamaño como la mitad
de la palma de la mano. Es la nube que envuelve al Salvador y que a la distancia
parece rodeada de oscuridad. El pueblo de Dios sabe que es la señal del Hijo del
hombre. En silencio solemne la contemplan mientras va acercándose a la tierra,
volviéndose más luminosa y más gloriosa hasta convertirse en una gran nube
blanca, cuya base es como fuego consumidor, y sobre ella el arco iris del pacto.
Jesús marcha al frente como un gran conquistador. Ya no es "varón de dolores,"
que haya de beber el amargo cáliz de la ignominia y de la maldición; victorioso
en el cielo y en la tierra, viene a juzgar a vivos y muertos. "Fiel y veraz",
"en justicia juzga y hace guerra". "Y los ejércitos que están en el cielo le
seguían". Con cantos celestiales los santos ángeles, en inmensa e innumerable
muchedumbre, le acompañan en el descenso. El firmamento parece lleno de formas
radiantes, "millones de millones, y millares de millares". Ninguna pluma humana
puede describir la escena, ni mente mortal alguna es capaz de concebir su
esplendor. "Su gloria cubre los cielos, y la tierra se llena de su alabanza.
También su resplandor es como el fuego". A medida que va acercándose la nube
viviente, todos los ojos ven al Príncipe de la vida. Ninguna corona de espinas
hiere ya sus sagradas sienes, ceñidas ahora por gloriosa diadema. Su rostro
brilla más que la luz deslumbradora del sol de mediodía. "Y en su vestidura y en
su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores".
"Entre las oscilaciones de la tierra, las llamaradas de los relámpagos y el
fragor de los truenos, el Hijo de Dios llama a la vida a los santos dormidos...
"Todos salen de sus tumbas de igual estatura que cuando en ellas fueran
depositados. Adán, que se encuentra entre la multitud resucitada, es de soberbia
altura y formas majestuosas, de porte poco inferior al del Hijo de Dios.
Presenta un contraste notable con los hombres de las generaciones posteriores;
en este respecto se nota la gran degeneración de la raza humana. Pero todos se
levantan con la lozanía y el vigor de eterna juventud. Al principio, el hombre
fue creado a la semejanza de Dios, no sólo en carácter, sino también en lo que
se refiere a la forma y a la fisonomía. El pecado borró e hizo desaparecer casi
por completo la imagen divina; pero Cristo vino a restaurar lo que se había
malogrado. El transformará nuestros cuerpos viles y los hará semejantes a la
imagen de su cuerpo glorioso. La forma mortal y corruptible, desprovista de
gracia, manchada en otro tiempo por el pecado, se vuelve perfecta, hermosa e
inmortal. Todas las imperfecciones y deformidades quedan en la tumba.
Reintegrados en su derecho al árbol de la vida, en el desde tanto tiempo perdido
Edén, los redimidos crecerán hasta alcanzar la estatura perfecta de la raza
humana en su gloria primitiva. Las últimas señales de la maldición del pecado
serán quitadas, y los fieles discípulos de Cristo aparecerán en "la hermosura de
Jehová nuestro Dios", reflejando en espíritu, cuerpo y alma la imagen perfecta
de su Señor. ¡Oh maravillosa redención, tan descrita y tan esperada, contemplada
con anticipación febril, pero jamás enteramente comprendida!
"Los justos vivos son mudados "en un momento, en un abrir de ojo". A la voz
de Dios fueron glorificados; ahora son hechos inmortales, y juntamente con los
santos resucitados son arrebatados para recibir a Cristo su Señor en los aires.
Los ángeles "juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo
hasta el otro". Santos ángeles llevan niñitos a los brazos de sus madres.
Amigos, a quienes la muerte tenía separados desde largo tiempo, se reúnen para
no separarse más, y con cantos de alegría suben juntos a la ciudad de Dios...
"Delante del trono, sobre el mar de cristal, — ese mar de vidrio que parece
revuelto con fuego por lo mucho que resplandece con la gloria de Dios — hállase
reunida la compañía de los que salieron victoriosos "de la bestia, y de su
imagen, y de su señal, y del número de su nombre". Con el Cordero en el monte de
Sión, "tañendo las arpas de Dios", están en pie los ciento cuarenta y cuatro mil
que fueron redimidos de entre los hombres; se oye una voz, como el estruendo de
muchas aguas y como el estruendo de un gran trueno, "una voz de tañedores de
arpas que tañían con sus arpas". Cantan "un cántico nuevo" delante del trono...
, ".
Lo anterior no es más que pequeño resumen de una descripción de lo que está
por delante, tal como se lo puede encontrar en el libro "El Gran Conflicto". Al
final de este libro que usted está leyendo, encontrará información de lo que
usted tiene que hacer para conseguir el libro "El Gran Conflicto".
Ahora, para concluir esta sección, veamos el bello mundo que Dios quiere
darle a sus hijos fieles:
"Allí los redimidos conocerán como son conocidos. Los sentimientos de amor y
simpatía que el mismo Dios implantó en el alma, se desahogarán del modo más
completo y más dulce. El trato puro con seres santos, la vida social y armoniosa
con los ángeles bienaventurados y con los fieles de todas las edades que lavaron
sus vestiduras y las emblanquecieron en la sangre del Cordero, los lazos
sagrados que unen a "toda la familia en los cielos, y en la tierra", todo eso
constituye la dicha de los redimidos.
"Allí intelectos inmortales contemplarán con eterno deleite las maravillas
del poder creador, los misterios del amor redentor. Allí no habrá enemigo cruel
y engañador para tentar a que se olvide a Dios. Toda facultad será desarrollada,
toda capacidad aumentada. La adquisición de conocimientos no cansará la
inteligencia ni agotará las energías. Las mayores empresas podrán llevarse a
cabo, satisfacerse las aspiraciones más sublimes, realizarse las más encumbradas
ambiciones; y sin embargo surgirán nuevas alturas que superar, nuevas maravillas
que admirar, nuevas verdades que comprender, nuevos objetos que agucen las
facultades del espíritu, del alma y del cuerpo.
"Todos los tesoros del universo se ofrecerán al estudio de los redimidos de
Dios. Libres de las cadenas de la mortalidad, se lanzan en incansable vuelo
hacia los lejanos mundos, mundos a los cuales el espectáculo de las miserias
humanas causaba estremecimientos de dolor, y que entonaban cantos de alegría al
tener noticia de un alma redimida. Con indescriptible dicha los hijos de la
tierra participan del gozo y de la sabiduría de los seres que no cayeron.
Comparten los tesoros de conocimientos e inteligencia adquiridos durante siglos
y siglos en la contemplación de las obras de Dios. Con visión clara consideran
la magnificencia de la creación -soles y estrellas y sistemas planetarios que en
el orden a ellos asignado circuyen el trono de la Divinidad. El nombre del
Creador se encuentra escrito en todas las cosas, desde las más pequeñas hasta
las más grandes, y en todas ellas se ostenta la riqueza de su poder.
"Y a medida que los años de la eternidad transcurran, traerán consigo
revelaciones más ricas y aún más gloriosas respecto de Dios y de Cristo. Así
como el conocimiento es progresivo, así también el amor, la reverencia y la
dicha irán en aumento. Cuanto más sepan los hombres acerca de Dios, tanto más
admirarán su carácter. A medida que Jesús les descubra la riqueza de la
redención y los hechos asombrosos del gran conflicto con Satanás, los corazones
de los redimidos se estremecerán con gratitud siempre más ferviente, y con
arrebatadora alegría tocarán sus arpas de oro; y miríadas de miríadas y millares
de millares de voces se unirán para engrosar el potente coro de alabanza.
"Y a toda cosa creada que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la
tierra, y sobre el mar, y a todas las cosas que hay en ellos, las oí decir: ¡Bendición,
y honra y gloria y dominio al que está sentado sobre el trono, y al Cordero, por
los siglos de los siglos!".
"El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pecadores. Todo el
universo está purificado. La misma pulsación de armonía y de gozo late en toda
la creación. De Aquel que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento por toda
la extensión del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible hasta el
mundo más vasto, todas las cosas animadas e inanimadas, declaran en su belleza
sin mácula y en júbilo perfecto, que Dios es amor".
Capítulo
17:
La Barrida de los Siglos
¿Cómo será testimoniar una visión panorámica de la historia, desde antes de
la caída de Lucifer, pasando por la creación de Adán y Eva, por los tiempos del
Antiguo Testamento y llegar hasta Cristo? ¿Y después seguir con las vidas de los
Apóstoles, hasta el último de ellos, Juan, escribiendo con su pluma?
¿Y después continuar aun, a través de los primeros siglos de nuestra era, y
testimoniar la gran apostasía de la Edad Media; la Reforma; y así poder llegar
hasta nuestros días? ¡Pasar todo esto, hasta llegar a la Segunda Venida de
Cristo, y testimoniar el Milenio y la destrucción final de los impíos y la Nueva
Tierra después de eso!
Eso es lo que ha sido escrito para nosotros en la serie "El Conflicto de los
Siglos".
"Patriarcas y Profetas" desde la eternidad pasada hasta la muerte de David. "Profetas
y Reyes" desde el reinado de Salomón hasta el fin del Antiguo Testamento. "El
Deseado de Todas las Gentes" desde el anuncio de Zacarías hasta la ascensión de
Cristo. "Hechos de los Apóstoles" desde el aposento alto hasta el final del
Apocalipsis. "El Gran Conflicto" desde el cerco y destrucción de Jerusalén hasta
la Nueva Tierra y la eternidad en el pacífico universo de Dios.
He aquí algunas muestras de lo que usted encontrará en esos libros, en los
cuales la visión de Lovett’s Grove encontraría su última realización: una masiva
historia escrita para usted y para mí, para leer y aprender acerca de Dios, cómo
llegar a Él, cómo vivir con Él, y cómo prepararse para el final de la historia
de la tierra:
LA CREACION: "Cuando la tierra salió de las manos del Creador, era
extraordinariamente hermosa. Su superficie estaba diversificada con montañas,
colinas y planicies, interceptadas por nobles ríos y amorosos lagos; pero las
colinas y montañas no eran abruptas ni escarpadas, abundando en empinados y
temibles abismos, como sucede ahora. Los afilados y andrajosos cantos rocosos de
la tierra estaban enterrados cerca del suelo fructífero, el cual producía por
todas partes un lujuriante crecimiento de verde … Graciosos matorrales y
delicadas flores gratificaban la vista a cada lado. Las alturas estaban
coronadas con árboles más majestuosos que cualquiera que exista ahora".
EN EL JARDIN: "La santa pareja eran no sólo hijos bajo el cuidado
paternal de Dios, sino también estudiantes que recibían instrucción del
omnisciente Creador. Eran visitados por los ángeles, y se gozaban en la comunión
directa con su Creador, sin ningún velo oscurecedor de por medio. Se sentían
pletóricos del vigor que procedía del árbol de la vida y su poder intelectual
era apenas un poco menor que el de los ángeles".
LA CAIDA: "Para conseguir lo que quería sin ser advertido, Satanás
escogió como medio a la serpiente, disfraz bien adecuado para su proyecto de
engaño. La serpiente era en aquel entonces uno de los seres más inteligentes y
bellos de la tierra. Tenía alas, y cuando volaba presentaba una apariencia
deslumbradora, con el color y el brillo del oro bruñido".
ENOC: "Pero después del nacimiento de su primer hijo, Enoc alcanzó una
experiencia más elevada, fue atraído a más íntima relación con Dios. Comprendió
más cabalmente sus propias obligaciones y responsabilidades como hijo de Dios.
Cuando conoció el amor de su hijo hacia él, y la sencilla confianza del niño en
su protección; cuando sintió la profunda y anhelante ternura de su corazón hacia
su primogénito, aprendió la preciosa lección del maravilloso amor de Dios hacia
el hombre manifestado en la dádiva de su Hijo, y la confianza que los hijos de
Dios podían tener en el Padre celestial. El infinito e inescrutable amor de
Dios, manifestado mediante Cristo, se convirtió en el tema de su meditación de
día y de noche; y con todo el fervor de su alma trató de manifestar este amor a
la gente entre la cual vivía".
SU TRASLACION: "Los hombres de aquel entonces se burlaron de la
insensatez del que no procuraba acumular oro o plata, ni adquirir bienes
terrenales. Pero el corazón de Enoc estaba puesto en los tesoros eternos. Había
contemplado la ciudad celestial. Había visto al Rey en su gloria en medio de
Sión. Su mente, su corazón y su conversación se concentraban en el cielo. Cuanto
mayor era la iniquidad prevaleciente, tanto más intensa era su nostalgia del
hogar de Dios. Mientras estaba aún en la tierra, vivió por la fe en el reino de
luz.
"Bienaventurados los de limpio corazón: porque ellos verán a Dios". Durante
trescientos años Enoc buscó la pureza del alma, para estar en armonía con el
Cielo. Durante tres siglos anduvo con Dios. Día tras día anheló una unión más
íntima; esa comunión se hizo más y más estrecha, hasta que Dios lo llevó consigo.
Había llegado al umbral del mundo eterno, a un paso de la tierra de los
bienaventurados; se le abrieron los portales, y continuando su andar con Dios,
tanto tiempo proseguido en la tierra, entró por las puertas de la santa ciudad.
Fue el primero de los hombres que llegó allí".
LA TIERRA ANTES DEL DILUVIO: "En los días de Noé pesaba sobre la tierra
una doble maldición, como consecuencia de la transgresión de Adán y del
asesinato cometido por Caín. No obstante esta circunstancia, la faz de la
naturaleza no había cambiado mucho. Había señales evidentes de decadencia, pero
la tierra todavía era bella y rica con los regalos de la providencia de Dios.
Las colinas estaban coronadas de majestuosos árboles que sostenían los
sarmientos cargados del fruto de la vid. Las vastas planicies que semejaban
jardines estaban vestidas de suave verdor y endulzadas con la fragancia de miles
de flores. Los frutos de la tierra eran de una gran variedad y de una abundancia
casi ilimitada. Los árboles superaban en tamaño, belleza y perfecta simetría, a
los más hermosos del presente; la madera era de magnífica fibra y de dura
substancia, muy parecida a la piedra, y apenas un poco menos durable que ésta.
Además, abundaban el oro, la plata y las piedras preciosas".
El ARCA ES TERMINADA: "Su tiempo de gracia estaba a punto de concluir.
Noé había seguido fielmente las instrucciones que había recibido de Dios. El
arca se terminó en todos sus aspectos como Dios lo había mandado, y fue provista
de alimentos para los hombres y las bestias. Y entonces el siervo de Dios
dirigió su última y solemne súplica a la gente. Con anhelo indecible, les rogó
que buscasen refugio mientras era posible encontrarlo. Nuevamente rechazaron sus
palabras, y alzaron sus voces en son de burla y de mofa.
De repente reinó el silencio entre aquella multitud escarnecedora. Animales
de toda especie, desde los más feroces hasta los más mansos, se veían venir de
las montañas y los bosques, y dirigirse tranquilamente hacia el arca. Se oyó un
ruido como de un fuerte viento, y he aquí los pájaros que venían de todas
direcciones en tal cantidad que obscurecieron los cielos, y entraban en el arca
en perfecto orden. Los animales obedecían la palabra de Dios, mientras que los
hombres la desobedecían...
La misericordia dejó de suplicar a la raza culpable. Las bestias de los
campos y las aves del aire habían entrado en su refugio. Noé y su familia
estaban en el arca; "y Jehová le cerró la puerta". Se vio un relámpago
deslumbrante, y una nube de gloria más vívida que el relámpago descendió del
cielo para cernerse ante la entrada del arca. La maciza puerta, que no podían
cerrar los que estaban dentro, fue puesta lentamente en su sitio por manos
invisibles. Noé quedó adentro y los que habían desechado la misericordia de Dios
quedaron afuera. El sello del cielo fue puesto sobre la puerta; Dios la había
cerrado, y sólo Dios podía abrirla.
VIENE EL DILUVIO: "Pero al octavo día obscuros nubarrones cubrieron los
cielos. Y comenzó el estallido de los truenos y el centellear de los relámpagos.
Pronto grandes gotas de agua comenzaron a caer... Nunca había presenciado el
mundo cosa semejante y el temor se apoderó del corazón de los hombres. Todos se
preguntaban secretamente: "¿Será posible que Noé tuviera razón y que el mundo se
halle condenado a la destrucción?" El cielo se obscurecía cada vez más y la
lluvia caía más aprisa. Las bestias rondaban presas de terror...y sus
discordantes aullidos parecían lamentar su propio destino y la suerte del
hombre. Entonces "fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las
cataratas de los cielos fueron abiertas". El agua se veía caer de las nubes cual
enormes cataratas. Los ríos se salieron de su cause e inundaron los valles.
Torrentes de aguas brotaban de la tierra con fuerza indescriptible, arrojando al
aire, a centenares de pies, macizas rocas, que al caer se sepultaban
profundamente en el suelo. La gente presenció primeramente la destrucción de las
obras de sus manos. Sus espléndidos edificios, sus bellos jardines y alamedas
donde habían colocado sus ídolos, fueron destruidos por los rayos, y sus
escombros fueron diseminados. Los altares donde habían ofrecido sacrificios
humanos fueron destruidos y los adoradores temblaron ante el poder del Dios
viviente, y comprendieron que había sido su corrupción e idolatría lo que había
provocado su destrucción.
"A medida que la violencia de la tempestad aumentaba, árboles, edificios,
rocas y tierra eran lanzados en todas direcciones. El terror de los hombres y
los animales era indescriptible. Por encima del rugido de la tempestad podían
escucharse los lamentos de un pueblo que había despreciado la autoridad de Dios.
El mismo Satanás, obligado a permanecer en medio de los revueltos elementos,
temió por su propia existencia. Se había deleitado en dominar tan poderosa raza,
y deseaba que los hombres viviesen para que siguieran practicando sus
abominaciones y rebelándose contra el Rey del cielo...
Los animales expuestos a la tempestad corrían hacia los hombres, como si
esperasen ayuda de ellos. Algunas personas se ataron, juntamente con sus hijos,
en los lomos de poderosos animales, sabiendo que éstos eran tenaces para
conservar la vida, y que subirían a los picos más altos para escapar de las
crecientes aguas. Otros se ataron a altos árboles en la cumbre de las colinas o
las montañas; pero los árboles fueron desarraigados, y juntamente con su
cargamento de seres vivientes fueron lanzados a las bullentes olas. Sitio tras
sitio que prometía seguridad era abandonado. A medida que las aguas subían más y
más, la gente huía a las más elevadas montañas en busca de refugio. En muchos
lugares podía verse a hombres y animales que luchaban por asentar pie en un
mismo sitio hasta que al fin unos y otros eran barridos por la furia de los
elementos".
EFECTOS DEL DILUVIO: "La tierra presentaba un indescriptible aspecto de
confusión y desolación. Las montañas, una vez tan bellas en su perfecta
simetría, eran ahora quebradas e irregulares. Piedras, riscos y escabrosas rocas
estaban ahora diseminados por la superficie de la tierra. En muchos sitios, las
colinas y las montañas habían desaparecido, sin dejar huella del sitio en donde
habían estado; y las llanuras dieron lugar a cordilleras. Estos cambios eran más
pronunciados en algunos lugares que en otros. Donde habían estado los tesoros
más valiosos de oro, plata y piedras preciosas, se veían las señales mayores de
la maldición, mientras que ésta pesó menos en las regiones deshabitadas y donde
había habido menos crímenes.
En ese tiempo inmensos bosques fueron sepultados. Desde entonces se han
transformado en el carbón de piedra de las extensas capas de hulla que existen
hoy día, y han producido también enormes cantidades de petróleo. Con frecuencia
la hulla y el petróleo se encienden y arden bajo la superficie de la tierra.
Esto calienta las rocas, quema la piedra caliza, y derrite el hierro. La acción
del agua sobre la cal intensifica el calor, y ocasiona terremotos, volcanes y
brotes ígneos. Cuando el fuego y el agua entran en contacto con las capas de
roca y mineral, se producen terribles explosiones subterráneas, semejantes a
truenos sordos. El aire se calienta y se vuelve sofocante. A esto siguen
erupciones volcánicas, pero a menudo ellas no dan suficiente escape a los
elementos encendidos, que conmueven la tierra. El suelo se levanta entonces y se
hincha como las olas de la mar, aparecen grandes grietas, y algunas veces
ciudades, aldeas, y montañas encendidas son tragadas por la tierra. Estas
maravillosas manifestaciones serán más frecuentes y terribles poco antes de la
segunda venida de Cristo y del fin del mundo, como señales de su rápida
destrucción".
LA PRUEBA DE FE DE ABRAHAM: "Aquel día, el más largo en la vida de
Abrahán, llegó lentamente a su fin. Mientras su hijo y los siervos dormían, él
pasó la noche en oración, todavía con la esperanza de que algún mensajero
celestial viniese a decirle que la prueba era ya suficiente, que el joven podía
regresar sano y salvo a su madre. Pero su alma torturada no recibió alivio. Pasó
otro largo día y otra noche de humillación y oración, mientras la orden que lo
iba a dejar sin hijo resonaba en sus oídos. Satanás estaba muy cerca de él
susurrándole dudas e incredulidad; pero Abrahán rechazó sus sugerencias. Cuando
se disponían a principiar la jornada del tercer día, el patriarca, mirando hacia
el norte, vio la señal prometida, una nube de gloria, que cubría el monte Moriá,
y comprendió que la voz que le había hablado procedía del cielo.
Ni aun entonces murmuró Abrahán contra Dios, sino que fortaleció su alma
espaciándose en las evidencias de la bondad y la fidelidad de Dios. Se le había
dado este hijo inesperadamente; y el que le había dado este precioso regalo ¿no
tenía derecho a reclamar lo que era suyo? Entonces su fe le repitió la promesa:
"En Isaac te será llamada descendencia", una descendencia incontable, numerosa
como la arena de las playas del mar. Isaac era el hijo de un milagro, y ¿no
podía devolverle la vida el poder que se la había dado? Mirando más allá de lo
visible, Abrahán comprendió la divina palabra, "considerando que aun de entre
los muertos podía Dios resucitarle".
No obstante, nadie sino Dios pudo comprender la grandeza del sacrificio de
aquel padre al acceder a que su hijo muriese; Abrahán deseó que nadie sino Dios
presenciase la escena de la despedida... Ordenó a sus siervos que permaneciesen
atrás, diciéndoles: "Yo y el muchacho iremos hasta allí, y adoraremos, y
volveremos a vosotros". Isaac, que iba a ser sacrificado, cargó con la leña; el
padre llevó el cuchillo y el fuego, y juntos ascendieron a la cima del monte. El
joven iba silencioso, deseando saber de dónde vendría la víctima, ya que los
rebaños y los ganados habían quedado muy lejos. Finalmente dijo: "Padre mío, ...
he aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto?" ¡Oh,
qué prueba tan terrible era ésta! ¡Cómo hirieron el corazón de Abrahán esas
dulces palabras: "¡Padre mío!" No, todavía no podía decirle, así que le
contestó: "Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío".
En el sitio indicado construyeron el altar, y pusieron sobre él la leña.
Entonces, con voz temblorosa, Abrahán reveló a su hijo el mensaje divino. Con
terror y asombro Isaac se enteró de su destino; pero no ofreció resistencia.
Habría podido escapar a esta suerte si lo hubiera querido; el anciano, agobiado
de dolor, cansado por la lucha de aquellos tres días terribles, no habría podido
oponerse a la voluntad del joven vigoroso. Pero desde la niñez se le había
enseñado a Isaac a obedecer pronta y confiadamente, y cuando el propósito de
Dios le fue manifestado, lo aceptó con sumisión voluntaria. Participaba de la fe
de Abrahán, y consideraba como un honor el ser llamado a dar su vida en
holocausto a Dios. Con ternura trató de aliviar el dolor de su padre, y animó
sus debilitadas manos para que ataran las cuerdas que lo sujetarían al altar".
EL MAR ROJO: ""Y siguiéndolos los Egipcios, entraron tras ellos hasta el
medio de la mar, toda la caballería de Faraón, sus carros, y su gente de a
caballo. Y aconteció a la vela de la mañana, que Jehová miró al campo de los
Egipcios desde la columna de fuego y nube, y perturbó el campo de los Egipcios".
La misteriosa nube se trocó en una columna de fuego ante sus ojos atónitos. Los
truenos retumbaron, y los relámpagos centellearon. "Las nubes echaron
inundaciones de aguas; tronaron los cielos, y discurrieron tus rayos. Anduvo en
derredor el sonido de tus truenos; los relámpagos alumbraron el mundo;
estremecióse y tembló la tierra".
"La confusión y la consternación se apoderaron de los egipcios. En medio de
la ira de los elementos, en la cual oyeron la voz de un Dios airado, trataron de
desandar su camino y huir hacia la orilla que habían dejado. Pero Moisés
extendió su vara, y las aguas amontonadas, silbando y bramando, hambrientas de
su presa, se precipitaron sobre ellos, y tragaron al ejército egipcio en sus
negras profundidades.
Al despuntar el alba, las multitudes israelitas pudieron ver todo lo que
quedaba de su poderoso enemigo: cuerpos vestidos de corazas arrojados a la
orilla. Una sola noche les había traído completa liberación del más terrible
peligro.
"En esto se enseña una gran lección para todos los tiempos. A menudo la vida
cristiana está acosada de peligros, y se hace difícil cumplir el deber. La
imaginación concibe la ruina inminente delante, y la esclavitud o la muerte
detrás. No obstante, la voz de Dios dice claramente. "Avanza". Debemos obedecer
este mandato aunque nuestros ojos no puedan penetrar las tinieblas, y aunque
sintamos las olas frías a nuestros pies. Los obstáculos que impiden nuestro
progreso no desaparecerán jamás ante un espíritu que se detiene y duda. Los que
postergan la obediencia hasta que toda sombra de incertidumbre desaparezca y no
haya ningún riesgo de fracaso o derrota no obedecerán nunca. La incredulidad nos
susurra: "Esperemos que se quiten los obstáculos y podamos ver claramente
nuestro camino"; pero la fe nos impele valientemente a avanzar esperándolo todo
y creyéndolo todo.
"La nube que fue una muralla de tinieblas para los egipcios, fue para los
hebreos un gran torrente de luz, que iluminó todo el campamento, derramando
claridad sobre su sendero. Así las obras de la Providencia acarrean a los
incrédulos tinieblas y desesperación, mientras que para el alma creyente están
llenas de luz y paz. El sendero por el cual Dios dirige nuestros pasos puede
pasar por el desierto o por el mar, pero es un sendero seguro".
LA SERPIENTE DE BRONCE: "Muchos habían muerto ya, y cuando Moisés hizo
levantar la serpiente en un poste, hubo quienes se negaron a creer que con sólo
mirar aquella imagen metálica se iban a curar. Estos perecieron en la
incredulidad. No obstante, hubo muchos que tuvieron fe en lo provisto por Dios.
Padres, madres, hermanos y hermanas se dedicaban afanosamente a ayudar a sus
deudos dolientes y moribundos a fijar los ojos lánguidos en la serpiente. Si
ellos, aunque desfallecientes y moribundos, podían mirarla una vez, se
restablecían por completo.
"La gente sabía perfectamente que en aquella serpiente de bronce no había
poder alguno para ocasionar un cambio tal en los que la miraban. La virtud
curativa venía únicamente de Dios. En su sabiduría eligió esta manera de
manifestar su poder. Mediante este procedimiento sencillo se le hizo comprender
al pueblo que esta calamidad le había sobrecogido como consecuencia directa de
sus pecados. También se le aseguró que mientras obedecieran a Dios no tenían
motivo de temor; pues él los preservaría de todo mal.
El alzamiento de la serpiente de bronce tenía por objeto enseñar una lección
importante a los israelitas. No podían salvarse del efecto fatal del veneno que
había en sus heridas. Solamente Dios podía curarlos. Se les pedía, sin embargo,
que demostraran su fe en lo provisto por Dios. Debían mirar para vivir. Su fe
era lo aceptable para Dios, y la demostraban mirando la serpiente.
"Muchos no quieren aceptar a Cristo antes que todo el misterio del plan de la
redención les resulte claro. Se niegan a mirar con fe, a pesar de que ven que
miles han mirado a la cruz de Cristo y sentido la eficacia de esa mirada. Muchos
andan errantes, por los intrincados laberintos de la filosofía, en busca de
razones y evidencias que jamás encontrarán, mientras que rechazan la evidencia
que Dios ha tenido a bien darles. Se niegan a caminar en la luz del Sol de
Justicia, hasta que se les explique la razón de su resplandor. Todos los que
insistan en seguir este camino dejarán de llegar al conocimiento de la verdad.
Jamás eliminará Dios todos los motivos de duda. Da suficiente evidencia en que
basar la fe, y si esta evidencia no se acepta, la mente es dejada en tinieblas.
Si los que eran mordidos por las serpientes se hubieran detenido a dudar y
deliberar antes de consentir en mirar, habrían perecido. Es nuestro deber
primordial mirar; y la mirada de la fe nos dará vida".
PEDRO Y LAS OLAS: "Una violenta tempestad estaba por sobrecogerles y
ellos no estaban preparados para ella. Fue un contraste repentino, porque el día
había sido perfecto; y cuando el huracán los alcanzó, sintieron miedo. Olvidaron
su desafecto, su incredulidad, su impaciencia. Cada uno se puso a trabajar para
impedir que el barco se hundiese. Por el mar, era corta la distancia que
separaba a Betsaida del punto adonde esperaban encontrarse con Jesús, y en
tiempo ordinario el viaje requería tan sólo unas horas, pero ahora eran alejados
cada vez más del punto que buscaban. Hasta la cuarta vela de la noche lucharon
con los remos. Entonces los hombres cansados se dieron por perdidos. En la
tempestad y las tinieblas, el mar les había enseñado cuán desamparados estaban,
y anhelaban la presencia de su Maestro.
"Jesús no los había olvidado. El que velaba en la orilla vio a aquellos
hombres que llenos de temor luchaban con la tempestad. Ni por un momento perdió
de vista a sus discípulos. Con la más profunda solicitud, sus ojos siguieron al
barco agitado por la tormenta con su preciosa carga; porque estos hombres habían
de ser la luz del mundo. Como una madre vigila con tierno amor a su hijo, el
compasivo Maestro vigilaba a sus discípulos. Cuando sus corazones estuvieron
subyugados, apagada su ambición profana y en humildad oraron pidiendo ayuda, les
fue concedida.
"En el momento en que ellos se creyeron perdidos, un rayo de luz reveló una
figura misteriosa que se acercaba a ellos sobre el agua. Pero no sabían que era
Jesús. Tuvieron por enemigo al que venía en su ayuda. El terror se apoderó de
ellos. Las manos que habían asido los remos con músculos de hierro, los
soltaron. El barco se mecía al impulso de las olas, todos los ojos estaban fijos
en esta visión de un hombre que andaba sobre las espumosas olas de un mar
agitado.
"Ellos pensaban que era un fantasma que presagiaba su destrucción y gritaron
atemorizados. Jesús siguió avanzando, como si quisiese pasar más allá de donde
estaban ellos, pero le reconocieron, y clamaron a él pidiéndole ayuda. Su amado
Maestro se volvió entonces, y su voz aquietó su temor: 'Alentaos; yo soy, no
temáis'".
"Tan pronto como pudieron creer el hecho prodigioso, Pedro se sintió casi
fuera de sí de gozo. Como si apenas pudiese creer, exclamó: "Señor, si tú eres,
manda que yo vaya a ti sobre las aguas Y él dijo: Ven".
"Mirando a Jesús, Pedro andaba con seguridad; pero cuando con satisfacción
propia, miró hacia atrás, a sus compañeros que estaban en el barco, sus ojos se
apartaron del Salvador. El viento era borrascoso. Las olas se elevaban a gran
altura, directamente entre él y el Maestro; y Pedro sintió miedo. Durante un
instante, Cristo quedó oculto de su vista, y su fe le abandonó. Empezó a
hundirse. Pero mientras las ondas hablaban con la muerte, Pedro elevó sus ojos
de las airadas aguas y fijándolos en Jesús, exclamó: "Señor, sálvame."
Inmediatamente Jesús asió la mano extendida, diciéndole: "Oh hombre de poca fe,
¿por qué dudaste?"
"Andando lado a lado, y teniendo Pedro su mano en la de su Maestro, entraron
juntos en el barco. Pero Pedro estaba ahora subyugado y callado. No tenía
motivos para alabarse más que sus compañeros, porque por la incredulidad y el
ensalzamiento propio, casi había perdido la vida. Cuando apartó sus ojos de
Jesús, perdió pie y se hundía en medio de las ondas.
"Cuando la dificultad nos sobreviene, con cuánta frecuencia somos como Pedro.
Miramos las olas en vez de mantener nuestros ojos fijos en el Salvador. Nuestros
pies resbalan, y las orgullosas aguas sumergen nuestras almas. Jesús no le había
pedido a Pedro que fuera a él para perecer; él no nos invita a seguirle para
luego abandonarnos.
VIAJE A EMAUS: "Durante el viaje, el sol se había puesto, y antes que los
viajeros llegasen a su lugar de descanso los labradores de los campos habían
dejado su trabajo. Cuando los discípulos estaban por entrar en casa, el extraño
pareció querer continuar su viaje. Pero los discípulos se sentían atraídos a él.
En su alma tenían hambre de oír más de él. "Quédate con nosotros", dijeron. Como
no parecía aceptar la invitación, insistieron diciendo: "Se hace tarde, y el día
ya ha declinado". Cristo accedió a este ruego y "entró pues a estarse con
ellos".
"Si los discípulos no hubiesen insistido en su invitación, no habrían sabido
que su compañero de viaje era el Señor resucitado. Cristo no impone nunca su
compañía a nadie. Se interesa en aquellos que le necesitan. Gustosamente entrará
en el hogar más humilde y alegrará el corazón más sencillo. Pero si los hombres
son demasiado indiferentes para pensar en el Huésped celestial o pedirle que
more con ellos, pasa de largo. Así muchos sufren grave pérdida. No conocen a
Cristo más de lo que le conocieron los discípulos mientras andaban con él en el
camino.
"Pronto estuvo preparada la sencilla cena de pan. Fue colocada delante del
huésped, que había tomado su asiento a la cabecera de la mesa. Entonces alzó las
manos para bendecir el alimento. Los discípulos retrocedieron asombrados. Su
compañero extendía las manos exactamente como solía hacerlo su Maestro. Vuelven
a mirar, y he aquí que ven en sus manos los rastros de los clavos. Ambos
exclaman a la vez: ¡Es el Señor Jesús! ¡Ha resucitado de los muertos!
"Se levantan para echarse a sus pies y adorarle, pero ha desaparecido de su
vista. Miran el lugar que ocupara Aquel cuyo cuerpo había estado últimamente en
la tumba y se dicen uno al otro: "¿No ardía nuestro corazón en nosotros,
mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?"
"Pero teniendo esta gran nueva que comunicar, no pueden permanecer sentados
conversando. Han desaparecido su cansancio y su hambre. Dejan sin probar su
cena, y llenos de gozo vuelven a tomar la misma senda por la cual vinieron,
apresurándose para ir a contar las nuevas a los discípulos que están en la
ciudad. En algunos lugares, el camino no es seguro, pero trepan por los lugares
escabrosos y resbalan por las rocas lisas. No ven ni saben que tienen la
protección de Aquel que recorrió el camino con ellos. Con su bordón de peregrino
en la mano, se apresuran deseando ir más ligero de lo que se atreven. Pierden la
senda, pero la vuelven a hallar. A veces corriendo, a veces tropezando, siguen
adelante, con su compañero invisible al lado de ellos todo el camino.
"La noche es obscura, pero el Sol de justicia resplandece sobre ellos. Su
corazón salta de gozo.
Parecen estar en un nuevo mundo. Cristo es un Salvador vivo. Ya no le lloran
como muerto. Cristo ha resucitado, repiten vez tras vez. Tal es el mensaje que
llevan a los entristecidos discípulos.
Deben contarles la maravillosa historia del viaje a Emaús. Deben decirles
quién se les unió en el camino. Llevan el mayor mensaje que fuera jamás dado al
mundo, un mensaje de alegres nuevas, de las cuales dependen las esperanzas de la
familia humana para este tiempo y para la eternidad".
LA DESTRUCCION DE JERUSALEN: "La ciega obstinación de los jefes judíos y
los odiosos crímenes perpetrados en el interior de la ciudad sitiada excitaron
el horror y la indignación de los romanos, y finalmente Tito dispuso tomar el
templo por asalto. Resolvió, sin embargo, que si era posible evitaría su
destrucción. Pero sus órdenes no fueron obedecidas. A la noche, cuando se había
retirado a su tienda para descansar, los judíos hicieron una salida desde el
templo y atacaron a los soldados que estaban afuera. Durante la lucha, un
soldado romano arrojó al pórtico por una abertura un leño encendido, e
inmediatamente ardieron los aposentos enmaderados de cedro que rodeaban el
edificio santo. Tito acudió apresuradamente, seguido por sus generales y
legionarios, y ordenó a los soldados que apagasen las llamas. Sus palabras no
fueron escuchadas. Furiosos, los soldados arrojaban teas encendidas en las
cámaras contiguas al templo y con sus espadas degollaron a gran número de los
que habían buscado refugio allí. La sangre corría como agua por las gradas del
templo. Miles y miles de judíos perecieron. Por sobre el ruido de la batalla, se
oían voces que gritaban: "¡Ichabod!" -la gloria se alejó.
"Tito vio que era imposible contener el furor de los soldados enardecidos por
la lucha; y con sus oficiales se puso a contemplar el interior del sagrado
edificio. Su esplendor los dejó maravillados, y como él notase que el fuego no
había llegado aún al lugar santo, hizo un postrer esfuerzo para salvarlo
saliendo precipitadamente y exhortando con energía a los soldados para que se
empeñasen en contener la propagación del incendio. El centurión Liberalis hizo
cuanto pudo con su insignia de mando para conseguir la obediencia de los
soldados, pero ni siquiera el respeto al emperador bastaba ya para apaciguar la
furia de la soldadesca contra los judíos y su ansia insaciable de saqueo. Todo
lo que los soldados veían en torno suyo estaba revestido de oro y resplandecía a
la luz siniestra de las llamas, lo cual les inducía a suponer que habría en el
santuario tesoros de incalculable valor. Un soldado romano, sin ser visto,
arrojó una tea encendida entre los goznes de la puerta y en breves instantes
todo el edificio era presa de las llamas. Los oficiales se vieron obligados a
retroceder ante el fuego y el humo que los cegaba, y el noble edificio quedó
entregado a su fatal destino.
"Aquel espectáculo llenaba de espanto a los romanos; ¿qué sería para los
judíos? Toda la cumbre del monte que dominaba la ciudad despedía fulgores como
el cráter de un volcán en plena actividad. Los edificios iban cayendo a tierra
uno tras otro, en medio de un estrépito tremendo y desaparecían en el abismo
ardiente. Las techumbres de cedro eran como sábanas de fuego, los dorados
capiteles de las columnas relucían como espigas de luz rojiza y los torreones
inflamados despedían espesas columnas de humo y lenguas de fuego. Las colinas
vecinas estaban iluminadas y dejaban ver grupos de gentes que se agolpaban por
todas partes siguiendo con la vista, en medio de horrible inquietud, el avance
de la obra destructora; los muros y las alturas de la ciudad estaban llenos de
curiosos que ansiosos contemplaban la escena, algunos con rostros pálidos por
hallarse presa de la más atroz desesperación, otros encendidos por la ira al ver
su impotencia para vengarse. El tumulto de las legiones romanas que desbandadas
corrían de acá para allá, y los agudos lamentos de los infelices judíos que
morían entre las llamas, se mezclaban con el chisporroteo del incendio y con el
estrépito de los derrumbes. En los montes repercutían los gritos de espanto y
los ayes de la gente que se hallaba en las alturas; a lo largo de los muros se
oían gritos y gemidos y aun los que morían de hambre hacían un supremo esfuerzo
para lanzar un lamento de angustia y desesperación".
LOS VALDENSES ENTRENAN A SUS HIJOS: "Los montes que circundaban sus
hondos valles atestiguaban constantemente el poder creador de Dios y constituían
una garantía de la protección que él les deparaba. Aquellos peregrinos
aprendieron a cobrar cariño a esos símbolos mudos de la presencia de Jehová. No
se quejaban por las dificultades de su vida; y nunca se sentían solos en medio
de la soledad de los montes. Daban gracias a Dios por haberles dado un refugio
donde librarse de la crueldad y de la ira de los hombres. Se regocijaban de
poder adorarle libremente. Muchas veces, cuando eran perseguidos por sus
enemigos, sus fortalezas naturales eran su segura defensa. En más de un
encumbrado risco cantaron las alabanzas de Dios, y los ejércitos de Roma no
podían acallar sus cantos de acción de gracias.
Pura, sencilla y ferviente fue la piedad de estos discípulos de Cristo.
Apreciaban los principios de verdad más que las casas, las tierras, los amigos y
parientes, más que la vida misma. Trataban ansiosamente de inculcar estos
principios en los corazones de los jóvenes. Desde su más tierna edad, éstos
recibían instrucción en las Sagradas Escrituras y se les enseñaba a considerar
sagrados los requerimientos de la ley de Dios. Los ejemplares de la Biblia eran
raros; por eso se aprendían de memoria sus preciosas palabras. Muchos podían
recitar grandes porciones del Antiguo Testamento y del Nuevo. Los pensamientos
referentes a Dios se asociaban con las escenas sublimes de la naturaleza y con
las humildes bendiciones de la vida cotidiana. Los niños aprendían a ser
agradecidos a Dios como al dispensador de todos los favores y de todos los
consuelos.
"Como padres tiernos y afectuosos, amaban a sus hijos con demasiada
inteligencia para acostumbrarlos a la complacencia de los apetitos. Les esperaba
una vida de pruebas y privaciones y tal vez el martirio. Desde niños se les
acostumbraba a sufrir penurias, a ser sumisos y, sin embargo, capaces de pensar
y obrar por sí mismos. Desde temprano se les enseñaba a llevar responsabilidades,
a hablar con prudencia y a apreciar el valor del silencio. Una palabra
indiscreta que llegara a oídos del enemigo, podía no sólo hacer peligrar la vida
del que la profería, sino la de centenares de sus hermanos; porque así como los
lobos acometen su presa, los enemigos de la verdad perseguían a los que se
atrevían a abogar por la libertad de la fe religiosa".
Capítulo
18