"El sábado por la tarde, enfermó uno de nuestros miembros, y solicitó
oraciones para recobrar la salud. Todos nos unimos en súplica al Médico
que nunca perdió un caso, y mientras el poder curativo bajaba a sanar al
enfermo el Espíritu descendió sobre mí y fui arrebatada en visión.
"Vi cuatro ángeles que habían de hacer una labor en la tierra y andaban en
vías de realizarla. Jesús vestía ropas sacerdotales. Miró compasivamente al
pueblo remanente, y alzando las manos exclamó con voz de profunda compasión:
"¡Mi sangre, Padre, mi sangre, mi sangre, mi sangre!" Entonces vi que de Dios,
sentado en el gran trono blanco, salía una luz en extremo refulgente que
derramaba sus rayos en derredor de Jesús. Después vi un ángel comisionado por
Jesús para ir rápidamente a los cuatro ángeles que tenían determinada labor que
cumplir en la tierra, y agitando de arriba abajo algo que llevaba en la mano,
clamó en alta voz: "¡Retened! ¡Retened! ¡Retened! ¡Retened¡ hasta que los
siervos de Dios estén sellados en la frente".
Esta visión, que se refiere al incidente visto por Juan en Apocalipsis 7:1-4,
habla acerca de la preocupación de Jesús en relación a los cuatro vientos que
deben venir con toda su furia justo antes del fin del mundo, antes que los
fieles siervos de Dios fuesen sellados en sus frentes con el sello del Dios
vivo.
Pero había más cosas en esta visión: También se le dijo a Ellen que una obra
de publicaciones tenía que ser iniciada de tal manera que todas las personas en
todas partes pudiesen ser advertidas para buscar a Dios, porque una terrible
crisis estaba delante de ellas.
"Después de salir de la visión, le dije a mi esposo: "Tengo un mensaje para
ti. Has de comenzar a imprimir un pequeño periódico y enviarlo a la gente. Será
pequeño al comienzo; pero a medida que la gente lea, te enviará medios con los
cuales imprimir; y será un éxito desde el mismo principio. Se me ha mostrado que
desde este pequeño comienzo saldrán rayos de luz que han de circuir el globo".
No mucho tiempo después que Ellen fuese llamada para ser la mensajera
especial del Señor, se le dijo que no solo debía viajar y hablar, sino que
también tenía que escribir. Y aun así, su condición física era tan débil que
parecía imposible hacer ninguna de las dos cosas.
"En los primeros tiempos de mis labores públicas el Señor me pidió: "Escribe,
escribe las cosas que te son reveladas". En el tiempo en que recibí ese mensaje
no podía sostener mi mano con firmeza. Mi condición física hacía imposible que
escribiera. Pero de nuevo vino la palabra: "Escribe las cosas que te son
reveladas". Obedecí y, como resultado, antes de que pasara mucho tiempo podía
escribir página tras página con relativa facilidad. ¿Quién me decía qué debía
escribir? ¿Quién fortalecía mi mano derecha y hacía posible que usara la pluma?
Era el Señor".
En el verano de 1849, ambos sabíamos que una obra de publicaciones tenía que
ser iniciada, pero como James no tenía dinero como para llevarla a cabo, él
pensó que era mejor cosechar los campos de los demás, tal como lo había hecho en
el verano anterior (donde había conseguido suficiente dinero como para viajar y
hablar por un corto periodo de tiempo). Era su esperanza que de esta manera
pudiese ahorrar lo suficiente como para comenzar a imprimir.
"Mientras estábamos en Connecticut, en el verano de 1849, mi esposo sintió el
profundo convencimiento de que le había llegado la hora de escribir y publicar
la verdad presente. Recibió mucho aliento y bendición al resolverse a ello. Pero
cayó de nuevo en duda y perplejidad al considerar que no tenía dinero. Quienes
contaban con recursos preferían guardárselos. Por fin, desalentado, renunció a
la empresa y decidió ir en busca de un campo de heno para comprometerse a
guadañarlo.
Al marchar mi esposo de casa, sentí que me sobrecogía un gran peso, y quedé
desvanecida. Oraron por mí y Dios me bendijo, arrebatándome en visión. Vi que el
Señor había bendecido y dado fuerzas a mi esposo para trabajar en el campo un
año antes; que había empleado provechosamente los recursos obtenidos de su
trabajo); que recibiría el ciento por uno en esta vida, y, si era fiel, una
copiosa recompensa en el reino de Dios; pero que el Señor no quería ahora darle
fuerzas para trabajar en el campo, porque lo tenía destinado a otra labor, y que
si se aventuraba a ir a cortar heno, habría de dejarlo porque caería enfermo,
pues debía escribir, escribir y avanzar por fe. Inmediatamente se puso a
escribir, y cuando llegaba a un pasaje difícil, nos uníamos en oración a Dios a
fin de comprender el verdadero significado de su Palabra".
"¡Ríos de clara luz … alrededor del mundo!". ¿Cómo podría ser esto? Habían
tan pocos para ayudar y tanto para ser hecho. Pero debido a la insistencia de
esta joven mujer, la obra de publicaciones comenzó seis meses mas tarde con
aquel pequeño pedido de seis mil copias, a través de su pobre marido. Y, tal
como fue prometido, esa obra de publicaciones crecería hasta que circundase el
mundo.
Pero, ¿cómo escribe una profeta? Preguntémosle a un profeta:
"Estoy muy ocupada en mis escritos. Temprano y tarde, estoy redactando los
asuntos que el Señor abre delante de mí. La preocupación de mi obra es preparar
a un pueblo que esté en pie en el día del Señor".
"Aun cuando soy tan dependiente del Espíritu del Señor para escribir mis
visiones como lo soy para recibirlas, las palabras que empleo al describir lo
que he visto son mías, a menos que sean aquellas que se me han dicho a través de
un ángel, las cuales siempre coloco entre comillas".
"Mientras vivió mi esposo, actuó como ayudante y consejero en el envío de los
mensajes que me eran dados. Viajábamos mucho. A veces se me daba luz durante la
noche, a veces durante el día delante de grandes congregaciones. La instrucción
que recibía en visión era fielmente redactada por mí cuando tenía tiempo y vigor
para esa obra. Después examinábamos juntos el asunto. Mi esposo corregía los
errores gramaticales y eliminaba repeticiones inútiles. Eso era cuidadosamente
copiado para las personas a quienes iba dirigido, o para el impresor".
"Puesto que la instrucción y amonestación dadas en los testimonios para los
casos individuales se aplicaban con igual fuerza a muchos otros que no habían
sido señalados especialmente de esta manera, me pareció que era mi deber
publicar los testimonios personales para beneficio de la iglesia. En el
Testimonio Nº 15, hablando de la necesidad de hacer esto, dije: "No conozco
ninguna manera mejor de presentar mis visiones de los peligros y errores
generales, así como el deber de todos los que aman a Dios y guardan sus
mandamientos, que dando estos testimonios. Tal vez no hay manera más directa y
vigorosa de presentar lo que el Señor me ha mostrado".
"En los tiempos antiguos Dios habló a los hombres por boca de los profetas y
apóstoles. En estos días él les habla por los testimonios de su Espíritu. Nunca
hubo un tiempo cuando instruyera a su pueblo más fervientemente de lo que lo
hace hoy concerniente a su voluntad y a la conducta que quiere que sigan sus
hijos".
"Poco caso se hace de la Biblia y el Señor ha dado una luz menor para guiar a
los hombres y mujeres a la luz mayor".
"Sean los Testimonios juzgados por sus frutos. ¿Cuál es el espíritu de su
enseñanza? ¿Cuál ha sido el resultado de su influencia? Todos los que desean
hacerlo pueden familiarizarse con los frutos de estas visiones...
O Dios está enseñando a su iglesia, reprobando sus errores y fortaleciendo su
fe, o no lo está haciendo. Esta obra es de Dios o no lo es. Dios no hace nada en
sociedad con Satanás. Mi obra... lleva la estampa de Dios, o la estampa del
enemigo. No hay obra a medias en este asunto. Los Testimonios son del Espíritu
de Dios, o son del diablo".
"Ya sea que mi vida sea preservada o no, mis escritos hablarán
constantemente, y su obra irá adelante mientras dure el tiempo".
"Nos esperan tiempos peligrosos. Todo aquel que tiene conocimiento de la
verdad deberá despertarse y entregarse en cuerpo, alma y mente, bajo la
disciplina de Dios. El enemigo nos persigue; debemos estar bien despiertos y
prevenidos contra él; debemos revestir la armadura completa de Dios; debemos
seguir las direcciones que nos han sido dadas por el espíritu de profecía.
Debemos amar la verdad presente y obedecerla. Esto nos preservará de aceptar
graves errores. Dios nos ha hablado por su Palabra, por los testimonios enviados
a la iglesia y por los libros que han contribuido a explicar nuestro deber
presente y la posición que debiéramos ocupar actualmente. Debemos prestar
atención a las advertencias que nos han sido dadas línea tras línea, precepto
tras precepto; si las descuidamos, ¿de qué excusa nos valdremos?".
A Ellen se le dijo lo siguiente:
"'Tu obra' — me instruyó, — es llevar mi Palabra. Surgirán cosas extrañas. En
tu juventud te aparté para llevar el mensaje a quienes yerran, para llevar la
Palabra a los incrédulos y para que con la pluma y la voz repruebes sobre la
base de la Palabra las acciones que no son correctas. Exhorta con la Palabra...
"No temas a los hombres, porque mi escudo te protegerá. No eres tú quien
habla. Es el Señor que da el mensaje de advertencia y reproche. Nunca te desvíes
de la verdad bajo circunstancia alguna. Da la luz que yo te daré. Los mensajes
para estos últimos días debieran escribirse en libros y debieran inmortalizarse,
a fin de testificar contra los que se regocijaron una vez en la luz, pero que
han sido impulsados a abandonarla debido a las influencias seductoras del mal".
Desde el mismo momento en que ella se sentó a escribir en 1845, y Dios le dio
fuerza a su brazo para que llevara a cabo su tarea, y ella continuó escribiendo
a partir de entonces. La débil niña, que se esperaba que muriera luego, escribió
mensaje tras mensaje durante los próximos 70 años, y escribió 4500 artículos
para revistas, y decenas de libros. Más de 55 de sus libros han sido impresos
hoy. Y toda esta obra literaria fue hecha a mano. Cien mil páginas manuscritas
fueron escritas durante un periodo de 70 años. Y todo hecho a mano. Generalmente
es reconocido que Ellen White escribió más material que cualquier otra mujer en
toda la historia. Pero hay una razón. Y nosotros acabamos de aprenderlo. Ella
simplemente hizo lo que se le dijo que hiciera: escribir los mensajes que se le
dieron.
Miles han encontrado en los escritos de Ellen White ayuda práctica y ánimo
para la vida diaria. Aquí van dos muestras de sus escritos:
COMO SON CONVERTIDOS LOS HOMBRES: "Se oye el viento entre las ramas de
los árboles, por el susurro que produce en las hojas y las flores; sin embargo
es invisible, y nadie sabe de dónde viene ni adónde va. Así sucede con la obra
del Espíritu Santo en el corazón. Es tan inexplicable como los movimientos del
viento. Puede ser que una persona no pueda decir exactamente la ocasión ni el
lugar en que se convirtió, ni distinguir todas las circunstancias de su
conversión; pero esto no significa que no se haya convertido.
"Mediante un agente tan invisible como el viento, Cristo obra constantemente
en el corazón. Poco a poco, tal vez inconscientemente para quien las recibe, se
hacen impresiones que tienden a atraer el alma a Cristo. Dichas impresiones
pueden ser recibidas meditando en él, leyendo las Escrituras, u oyendo la
palabra del predicador viviente. Repentinamente, al presentar el Espíritu un
llamamiento más directo, el alma se entrega gozosamente a Jesús. Muchos llaman a
esto conversión repentina; pero es el resultado de una larga intercesión del
Espíritu de Dios; es una obra paciente y larga.
"Aunque el viento mismo es invisible, produce efectos que se ven y sienten.
Así también la obra del Espíritu en el alma se revelará en toda acción de quien
haya sentido su poder salvador. Cuando el Espíritu de Dios se posesiona del
corazón, transforma la vida. Los pensamientos pecaminosos son puestos a un lado,
las malas acciones son abandonadas; el amor, la humildad y la paz, reemplazan a
la ira, la envidia y las contenciones. La alegría reemplaza a la tristeza, y el
rostro refleja la luz del cielo. Nadie ve la mano que alza la carga, ni
contempla la luz que desciende de los atrios celestiales. La bendición viene
cuando por la fe el alma se entrega a Dios. Entonces ese poder que ningún ojo
humano puede ver, crea un nuevo ser a la imagen de Dios".
RESPUESTA A LAS ORACIONES DE FE: "La fe significa confiar en Dios, creer
que nos ama y sabe mejor qué es lo que no conviene. Por eso nos induce a escoger
su camino en lugar del nuestro. En vez de nuestra ignorancia, acepta su
sabiduría; en vez de nuestra debilidad, su fuerza; en vez de nuestra
pecaminosidad, su justicia. Nuestra vida, nosotros mismos, ya somos suyos; la fe
reconoce su derecho de propiedad, y acepta su bendición. La verdad, la justicia
y la pureza han sido señaladas como los secretos del éxito en la vida. Es la fe
la que nos pone en posesión de estos principios.
"Todo buen impulso o aspiración es un don de Dios; la fe recibe de Dios la
única vida que puede producir desarrollo y eficiencia verdaderos.
"Se debería explicar claramente cómo se puede ejercer fe. Toda promesa de
Dios tiene ciertas condiciones. Si estamos dispuestos a hacer su voluntad, toda
su fuerza nos pertenece. Cualquier don que nos prometa se encuentra en la
promesa misma. "La semilla es la palabra de Dios". Tan ciertamente como se
encuentra la semilla del roble en la bellota, se encuentra el don de Dios en su
promesa. Si recibimos la promesa, recibimos el don.
"La fe que nos capacita para recibir los dones de Dios, es en sí misma un don
del cual se imparte una porción a cada ser humano. Aumenta a medida que se la
usa para asimilar la Palabra de Dios. A fin de fortalecer la fe debemos ponerla
a menudo en contacto con la Palabra.
"Al estudiar la Biblia, el estudiante debería ser inducido a ver el poder de
la Palabra de Dios. En ocasión de la creación, "él dijo, y fue hecho; él mandó,
y existió". Él "llama las cosas que no son, como si fuesen", porque cuando las
llama, entonces existen".
Capítulo 6:
Viajando a Menudo
Durante décadas Ellen viajó y escribió; escribió y viajó. Muchos incidentes
ocurrieron durante estos años, pero no tenemos espacio como para contárselos.
Pero he aquí algunos:
La pequeña embarcación era lanzada de un lado a otro como si fuese un corcho
sobre las grandes olas. Era el verano de 1845 y Ellen había ido con algunos
amigos en una pequeña embarcación a velas para hablarles a las personas en West
Island, lejos de la costa de Maine.
Pero sin aviso, apareció una tormenta que amenazaba con destruir la pequeña
embarcación. La lluvia caía a torrentes y en lo que relampagueaba, la furia de
los vientos rompía las velas. Las olas eran tan grandes que el pequeño bote
parecía que se iba a volcar cuando se deslizaba entre ellas. Cuando el timón se
soltó, se quebró y se perdió; los que iban a bordo pensaron que existía un gran
peligro de estrellarse contra las rocas de la isla. Y entonces vino la oscuridad.
Había sido un par de meses después que ella había tenido su primera visión y
Ellen había compartido fielmente los mensajes con otros. Ahora, mientras ella se
arrodillaba en el bote para pedirle a Dios que los salvara, vio un ángel que
estaba a su lado. Ella lo reconoció como siendo aquel que se le había aparecido
diversas veces en visión. Ella nunca iría olvidar las palabras que le dijo esa
noche: "Antes se secaría el agua del mar antes que tú perezcas, porque tu obras
apenas ha comenzado".
Inmediatamente, le dijo a sus compañeros, "¡No necesitáis temer! Hay ángeles
a nuestro alrededor. estamos perfectamente seguros. ¡La tormenta no puede
hacernos daño!
Y no les hizo daño. Aun cuando la frágil embarcación continuó subiendo y
descendiendo sobre las olas, nadie temió nada más. Luego el capitán gritó, "¡El
ancla se aferró!". Entonces, a través de la oscuridad, ellos vieron una luz
trémula proveniente de una casa en la isla. Aun cuando todos estaban en sus
camas debido a la oscuridad, un niño escuchó sus gritos y alertó al resto. Muy
luego el padre remó hacia ellos y los trajo sanos y salvos a la playa y al calor
de la casa.
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Durante el invierno de 1849-1850, James y Ellen realizaron reuniones en
Oswego, Nueva York. Un hombre joven que iba a las reuniones, llamado Hiram
Patch, no sabía que hacer. Aun cuando él y su novia estaban convencidos de que
los mensajes de Ellen eran verdaderos, el tesorero de la Comarca declaró que
estaban llenos de errores. El tesorero parecía ser un hombre bueno, ya que
predicaba en la gran iglesia y justo ahora estaba efectuando reuniones de
reavivamiento en el pueblo.
Hiram y su amiga estaban sinceramente aproblemados, y una tarde cuando
asistían a una reunión de los White, Ellen fue tomada en visión. Al salir de la
visión, ella se volvió hacia Hiram Patch y le dijo: ‘Espere un mes, y conocerá
por sí mismo el carácter de estas personas’ (hablando del tesorero del Condado y
de sus asociados).
Dentro de dos semanas el tesorero del Condado se enfermó mucho cuando estaba
predicando en una reunión y fue llevado a casa donde permaneció en cama. El
alguacil local y el sheriff fueron escogidos para que tomasen cuenta de su
oficina hasta que se recuperara. Pero mientras revisaban el libro de
contabilidad, encontraron una falta de US$ 1,000.00 Ellos decidieron que,
ciertamente, el tesorero se había llevado accidentalmente el dinero a su casa, y
que irían entonces a preguntarle. Pero se les ocurrió que deberían ser
cautelosos para hacerlo. Entonces llegaron al acuerdo de que el alguacil se
escondería en un cobertizo cerca de la puerta trasera, mientras que el sheriff
tocaría en la puerta de adelante. Casi inmediatamente se abrió la puerta trasera
y una mujer salió corriendo con un saco en su mano. Fue rápidamente hacia un
montón de nieve, cavó un hoyo, colocó el saco dentro, y entonces lo cubrió
nuevamente.
Adentro, el sheriff le preguntó al tesorero a respecto del dinero que estaba
faltando. Levantando su mano hacia el cielo, el hombre enfermó dijo, ‘llamo a
Dios para que sea testigo de que yo no se nada acerca del dinero’. Entonces su
esposa entró en el cuarto, y levantando su mano dijo, ‘Dios es mi testigo de que
nosotros no tenemos el dinero, ni tampoco sabemos nada acerca de él’. Justo
entonces el alguacil entró llevando el saco. ‘Yo la vi saliendo apresuradamente
de la casa con este saco y la vi como lo enterró, y aquí dice que contiene US$
1.000’.
Las noticias rápidamente se supieron en todo el pueblo, y las personas
estuvieron más preparadas como para tomar decisiones sabias. Incluyendo a Hiram
Patch y su novia.
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Fue en Michigan, y James y Ellen estaban viajando en un carruaje a Vergenees,
donde debían realizar reuniones. Pero el que guiaba el carruaje, aun cuando
conocía bien la ruta, se confundió y se perdió. Durante varias horas anduvieron
por los bosques, siguiendo débiles huellas de ruedas, mientras que trataban de
encontrar el camino para poder salir. Al mismo tiempo trataban de encontrar una
choza donde pudieran encontrar alguna indicación de cómo salir.
Entonces vieron una pequeña choza en un pequeño lugar claro. Las personas ahí
eran amables y los recibieron con mucho cariño. Antes de irse, Ellen les dio una
copia de uno de sus libros.
Durante años ellos se preguntaban por qué se habían perdido aquella tarde
calurosa. Veinte y dos años más tarde Ellen supo la razón de todo eso. Después
de hablar en una reunión, se le acercó una mujer y le recordó el incidente en
aquella choza que habían visitado tantos años atrás. ‘Usted nos habló de Jesús,
de cómo ir a Cristo, y de cómo sería el cielo. Y usted nos dejó aquel libro.
Nosotros lo leímos y se lo prestamos a todos los vecinos, y ahora muchos de
nosotros en toda esa área hemos aceptado a Cristo y Sus verdades bíblicas’. Dios
lo guía a uno cuando uno llega a tiempo; Él te guía cuando pierdes el camino.
Use todas las oportunidades para contarles a otros acerca de Él.
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Mientras viajábamos a vapor un día, se levantó una terrible tempestad; tan
fiera que todos temían morir antes de llegar al puerto. Ellen trató de
animarlos, pero estaban tan aturdidos que pocos la escucharon. Ignorándola,
muchos se arrodillaron y oraron a Dios para que los salvara. Una mujer gritó con
miedo, "¡Oh Dios, si Tú nos salvas de la muerte, yo te serviré para siempre!".
Un par de horas más tarde, la tormenta se apaciguó y el vapor llegó a salvo
al puerto. A medida que los pasajeros descendían, Ellen escuchó a una mujer que
mofándose decía: ‘¡Gloria a Dios! ¡Estoy agradecida de pisar tierra
nuevamente!". Volviéndose vio que era la misma mujer que un par de horas atrás
le había suplicado a Dios y le había prometido servirlo para siempre, si apenas
le salvaba la vida en ese día. Mirándola sinceramente a la cara, Ellen le dijo:
‘Vuelva algunas horas atrás y acuérdese de su voto’. Con un gesto de desprecio
la mujer se alejó.
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Era verano en Jackson, Michigan, y los White iban a partir hacia Wisconsin
donde tenían que hablar. Otros amigos saldrían hacia Nueva York. Arrodillándose
y orando para que todos fuesen protegidos, los White se subieron a un tren de la
noche, donde entraron en un coche cama y se sentaron. Pero Ellen inmediatamente
exclamó, ‘¡James, no puedo permanecer en este carro! ¡Tengo que salir de aquí!’.
Entonces llevaron sus cosas al siguiente coche. Mientras se acomodaban, Ellen
sintió que ahora todo estaba bien. El tren comenzó a moverse y su viaje
comenzaba.
Pero solo habían avanzado unos dos kilómetros, cuando los coches comenzaron a
sacudirse violentamente. Entonces su coche paró de sacudirse. Abriendo la
ventana, miraron hacia fuera. Los coches estaban diseminados por todas partes;
volcados, dados vuelta. Todo estaba en confusión.
James tomó a su esposa y la llevó a través de un campo pantanoso hasta una
camino y de ahí caminaron hasta una granja. Alertado el granjero, ensilló un
caballo y fue a Jackson a pedir ayuda.
Visitando la escena del accidente al día siguiente, esto es lo que
aprendieron: un gran buey se había echado en la línea del tren, y éste al
embestirlo, fue lanzado fuera de la línea. Los coches que venían detrás tenían
tanta energía, que se amontonaron en una pila detrás de la locomotora y fueron
lanzados a todas partes. El coche en que viajaban James y Ellen era el último
vagón. Acercándose a él, vieron que era el único que no estaba dañado y que
estaba sobre la línea, separado de los carros accidentados y aproximadamente a
unos 30 metros del que le precedía. Cuando se produjo el accidente, este coche
que iba al final se separó de los demás y entonces se detuvo sin chocar con el
que estaba delante de él.
El responsable por los frenos fue consultado, pero no pudo explicarlo. "Es un
completo misterio de cómo ese vagón se separó de los carros que estaban
adelante" dijo él. El gran pasador que unía ambos coches se salió cuando sucedió
el accidente, y ahora permanecía sobre la parte superior del enganche como si
alguien lo hubiese colocado allí.
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Era media noche y Ellen estaba mirando a través de la ventanas hacia la
oscuridad. Todos estaban preocupados de que la lluvia parase antes que
derritiera la nieve. Las reuniones en Round Grove, Illinois, habían concluido y
ahora tenían que dirigir el trineo hacia el Oeste, atravesar el río Mississippi,
hasta Waukon, Iowa. Parecía mejor cancelar el viaje de 125 Km en medio del
invierno. Pero a Ellen se le había mostrado en visión que tenía que ir allá,
porque las personas necesitaban de ayuda.
Cuando se acercaba el despertar del día, la nieve comenzó a caer nuevamente,
haciendo posible el viaje en trineo. Después de muchas aventuras, finalmente
llegaron al río Mississippi y entonces pararon para pasar la noche. Pero como a
las 4:00 de la mañana escucharon que estaba comenzando a llover. inmediatamente
se levantaron y se prepararon para continuar el viaje. El río tenía que ser
cruzado antes que la lluvia derritiese la nieve. Los caballos se enterraban en
la nieve casi a cada paso. Al aproximarse al río, vieron hielo derretido. Otros,
pasando a su lado les dijeron, ‘¡Aléjense del río! Yo no lo intentaría ni por
todo el dinero del mundo’. Otro añadió, ‘Me dijeron que varios quisieron pasar y
el hielo se quebró y el guía casi perdió la vida’.
Alejándose, ellos se dirigieron a la ribera del río. Poniéndose en pie en el
trineo, el Sr. Hart preguntó: ‘¿Debemos continuar hacia Iowa o debemos volver a
Illinois? Hemos llegado al Mar Rojo. ¿Debemos cruzar?’.
Sin dudar, Ellen respondió, ‘Siga adelante, confiando en el Dios de Israel’.
Ella estaba convencida que tenían que seguir adelante. A medida que el trineo
avanzaba cruzando el ancho Mississippi, el hielo que estaba debajo los sostuvo.
Al llegar a la otra ribera, unos hombres que habían estado observándolos, se
alegraron. Habían estado esperando que a cualquier momento se quebrara el hielo
y se hundieran. Los que estaban en el trineo alabaron a Dios. Habían sido
salvos. Dondequiera que Dios guíe a Sus hijos, es seguro continuar adelante.
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En otra ocasión, un capitán de mar ya retirado, Joseph Bates, estaban
viajando con James y Ellen en un carruaje tirado por un potro que estaba siendo
amansado. James sabía que podía manejar el caballo aun cuando no estuviese
totalmente entrenado con los arreos. (El potro tenía una reputación de ser medio
malicioso, y poco tiempo atrás había causado un serio accidente).
White mantuvo el caballo con una rienda corta y se concentró en guiar el
carruaje, cuando, repentinamente, mientras Ellen les estaba hablando acerca de
un asunto de la Biblia, ella fue tomada en visión. Cuando ella dijo ‘Gloria’, el
caballo paró, bajó la cabeza, y se quedó totalmente quieto.
Bajando del carruaje por la parte delantera, Ellen puso su mano sobre las
caderas del potro mientras ella se inclinaba hacia el suelo.
Muy atemorizado, el capitán Bates gritó, ‘¡Ese potro la va a patear hasta que
la mate’! A esto, James le respondió, ‘El Señor tiene ahora al potro bajo su
dominio; no quiero interferir’. Normalmente, cualquier potro la mitad de salvaje
que ese, habría pateado furiosamente al instante cualquier cosa que hubiese
tocado sus flancos. Pero ahora estaba tan quieto como un caballo adulto.
Subiendo por un terraplén de seis peldaños, ella caminó de vuelta, y comenzó
a describir las bellezas de la nueva tierra. Entonces, con sus ojos aun
diseccionados hacia arriba, ella descendió por el terraplén, y fue nuevamente
hacia el caballo, puso su mano nuevamente sobre sus caderas, se subió al
carruaje y se sentó.
Inmediatamente salió de la visión, y repentinamente el caballo levantó su
cabeza, y sin recibir ninguna orden del que dirigía el carruaje, se puso en
movimiento y tranquilamente comenzó a tirar el carruaje.
Mientras Ellen había estado fuera del carruaje y sobre el terraplén, James
decidió probar el potro. primero él lo tocó suavemente con la huasca, y después
varias veces más pero de una forma más dura. pero el caballo no le dio la más
mínima atención. En cualquier otra circunstancia, habría respondido con una
tremenda patada. Suavemente, el capitán Bates dijo, ‘Este es un lugar solemne’.
Y así se pasaron los años, y la frágil niña que debería haber muerto antes
que llegara la primavera, viajó a lo largo de Norteamérica por más de medio
siglo, y por más de diez años en países extranjeros.
Siempre ayudando, animando, mostrándoles el cielo y a Dios a los hombres y a
las mujeres; Ellen White hizo el trabajo de un profeta.
Y esto no se ve tan claramente en ninguna otra parte a no ser en sus escritos.
Capítulo
7