15. Descubriendo una Adoración

más Profunda

En este libro hemos aprendido que muchas gemas de verdad se perdieron en la Edad Media, las cuales debemos recuperar hoy día. Una de las más valiosas es el hecho de que usted puede tener una relación mucho más íntima con Dios de lo que había imaginado.

Cuando estudiamos la Palabra de Dios—la Santa Biblia—y obedecemos sus verdades, podemos entrar en la senda de la obediencia en la que Dios nos invita a transitar.

En este capítulo usted descubrirá lo que las Escrituras dicen acerca de una verdad especial que Dios tiene para usted—

PUNTO NUMERO UNO—El sábado fue dado a toda la humanidad en la Creación de este mundo.

El sábado del séptimo día fue dado a la humanidad en el séptimo día de la semana de la creación.

"Quedaron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación."—Génesis 2:1–3.

Dios dedicó y apartó el sábado como un día de reposo—2,000 años antes de que existiera el primer judío. Abraham es considerado por todos como el primer judío. El vivió alrededor del año 2000 A.C. Los registros bíblicos indican que la creación de este mundo tuvo lugar aproximadamente en el 4000 A.C. De modo que el sábado bíblico no es judío! Es para toda la humanidad; es para todo el mundo.

"El sábado fue instituído para el hombre."—Marcos 2:27.

PUNTO NUMERO DOS—El sábado es un monumento recordativo de la creación y de nuestra salvación.

Primero: Este es un monumento recordativo de la creación.

"Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó."—Exodo 31:17.

Como un monumento recordativo de la creación de este mundo, el sábado no puede desaparecer sin que primero desaparezca este mundo— y ¡sea creado uno nuevo! Nuestro planeta no podría tener un sábado nuevo u otro diferente, sin que este fuera primero echado al olvido — y entonces un nuevo planeta fuera creado de la nada. Pero un evento semejante no ha ocurrido.

Segundo: El sábado es un símbolo de nuestra salvación. Cuando lo guardamos, le decimos al mundo que pertenecemos a Dios y que le servimos y lo obedecemos. El sábado del séptimo día es una señal de nuestra conversión, santificación y salvación:

"En verdad vosotros guardaréis mis sábados; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico."—Exodo 31:13.

"Y les dí también mis sábados, para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová, que los santifico."—Ezequiel 20:12.

"Y santificad mis sábados, y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová, vuestro Dios."—Ezequiel 20:20.

Pero, ¿qué diremos acerca de la resurrección de Cristo? En ningún lugar de la Escritura se nos dijo que guardáramos un día en honor de la resurrección de Cristo. Hacer eso no está en armonía con la Escritura. Por el contrario, poner a un lado la creación y el sábado santificador de la Biblia—sustituyéndolo por otro día de la semana—y excusar esto diciendo que lo hacemos "en honor de la resurrección de Cristo"—es ciertamente algo muy osado, ¡Quién puede atreverse a rechazar el munumento recordativo de la creación y la salvación por cualquier motivo! Hacerlo a sabiendas es una burla de los directos y repetidos mandamientos bíblicos, ordenados por el Dios del cielo. Hacerlo, niega que él es nuestro Creador y Redentor.

Si abandonamos el sábado bíblico y observamos otro día, ¿qué excusa podemos ofrecer en el juicio? No hay ninguna razón bíblica para guardar el primer día de la semana en lugar del séptimo día.

punto nUmero tres—El pueblo de Dios guardó el sábado bíblico antes de que los Diez Mandamientos fueran dados en el Monte Sinaí.

La verdad del sábado fue dada por primera vez a nuestra raza en el Edén antes de la caída del hombre. Esta fue dada antes de que el pecado existiera y separada de éste. Fue dada a todo hombre para unirlo con su Dios. Y si Adán necesitaba el sábado, nosotros lo necesitamos mucho más hoy día.

El pueblo de Dios lo tenía antes del Monte Sinaí. Cuatro capítulos antes de que los Diez Mandamientos fueran dados en el Monte Sinaí, el Dios del cielo habló de una manera tal, que es evidente que el sábado era ya bien conocido por el pueblo de Dios—pero no fue siempre bien observado. Léase Exodo 16.

Hay quienes dicen que el sábado del séptimo día no fue ordenado por Dios, ni guardado por el hombre antes de que fuera pronunciado desde el Monte Sinaí en Exodo 20. Pero Génesis 2:1–3 y Exodo 16 lo prueban de otra manera.

punto nUmero cuatro—El mandamiento del sábado del séptimo día se encuentra en el mismo centro de la ley moral de los Diez Mandamientos.

"Acuérdate del día del sábado para santificarlo.

"Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo es sábado para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.

"Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día del sábado y lo santificó."—Exodo 20:8–11.

El mandamiento del sábado es parte de la ley moral de los Diez Mandamientos. El apóstol Santiago nos dice que si violamos una parte de esa ley, la hemos violado toda (Santiago 2:10–12). No podemos separar el cuarto mandamiento sin dejar de lado también los otros. Todos ellos permanecen unidos, porque el Dios del cielo los puso juntos.

Nosotros no decidimos cuál día de la semana ha de guardarse santo para Dios; solamente él puede hacerlo. Él es quien manda; a nosotros nos toca obedecer.

Algunos dicen que Génesis 2:1–3 no es un mandato para que el hombre guarde el sábado, y por consiguiente no debemos obedecerlo. Pero Exodo 16 y 20 muestran claramente que al hombre se le ordena guardarlo. ¿Y quién se atreve a decir que los Diez Mandamientos eran solamente para la raza judía? ¿Se nos permite al resto de nosotros mentir, robar, engañar y cometer adulterio? ¿Son los hebreos los únicos que han de observar esos diez principios morales?

La razón para el mandamiento es la creación de este mundo: "Porque en seis días Dios hizo el cielo y la tierra." Esto no es algo local, simplemente para una raza semítica; —este es un mandamiento para todos en el mundo entero, para quienes se inclinan y adoran a su Creador con humilde gratitud por su plan para salvarlos a través de la vida y la muerte de Jesucristo. Este fue dado en el momento de la creación de este mundo, y fue dado para todo hombre, mujer y niño que vive en este planeta.

Dios escribió esos Diez Mandamientos con su propio dedo. (Exodo 31:18; Deuteronomio 9:10). El los escribió sobre la cosa más perdurable en este mundo, y esto es la roca (Exodo 31:18). Y él desea escribirlos también en nuestros corazones.

"Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y las inscribiré en sus mentes."—Hebreos 10:16 (Hebreos 8:10; Jeremías 31:33).

Y si nosotros se lo permitimos, mediante el Nuevo Pacto él escribirá su santa ley en nuestros corazones. Tener los Diez Mandamientos escritos en nuestros corazones significa dos cosas: Primero: el deseo de obedecerlos, y segundo: permitir que Dios nos capacite para hacerlo mediante la gracia de Jesús, su Hijo. La obediencia a la ley de Dios se convierte en una parte integral de nuestras vidas.

PUNTO NUMERO CINCO—El sábado semanal del séptimo día, es parte de la ley moral contenida en los Diez Mandamientos. Este permanecerá para siempre. Los sábados anuales eran parte de las leyes ceremoniales, que prefiguraban o eran una sombra de la muerte y el ministerio de Cristo.

Esas leyes "que eran una sombra," tales como la pascua y la gavilla mecida, las cuales eran una parte de la ley ceremonial o de sacrificios, no permanecerían después de la muerte de Cristo.

"Porque la ley [ceremonial], teniendo la sombra de los bienes venideros, no la representación misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. De otra manera cesarían de ofrecerse . . . Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados; porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados."—Hebreos 10:1–4.

Esas leyes ceremoniales no estaban escritas en la roca, sino que estaban contenidas en estatutos, escritas en pergaminos. La roca era para que perdurara, pero las ordenanzas que prefiguraban la muerte de Cristo cesarían al momento de su muerte. Es por esta razón que no observamos hoy en día los sábados anuales de la pascua y de la gavilla mecida.

"Cancelando el documento de deuda en contra nuestra, que consistía en ordenanzas, y que nos era adverso, quitándolo de en medio y clavándolo en la cruz . . . Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o sábados, todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo."—Colosenses 2:14, 16–17.

En el griego éste dice: "o de los sábados." Hay solamente un sábado semanal; éste viene a nosotros desde la creación de este mundo y será guardado en la tierra nueva (Isaías 66:22–23). Pero los sábados anuales no comenzaron sino hasta Moisés. Estos prefiguraban y explicaban la muerte venidera de Cristo hasta que ésta ocurriera; y, a su muerte, fueron clavados en la cruz.

Si las ordenanzas que contenían los sábados anuales no hubieran sido anuladas en el Calvario, tendríamos ahora que sacrificar animales en varias ocasiones durante el año. Pero ahora no tenemos que sacrificar corderos; porque Cristo, nuestro Cordero Pascual, ha sido sacrificado por nosotros.

"He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo."—Juan 1:29.

"Porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros."—1 Corintios 5:7.

PUNTO NUMERO SEISLos discípulos de Cristo guardaron fielmente el sábado bíblico, no el domingo.

Los discípulos habían estado con Jesús por tres años y medio, y habían escuchado atentamente sus enseñanzas. Lo que ellos hicieron al tiempo de su muerte en el Calvario muestra lo que él les enseñó. La importancia sagrada del sábado del séptimo día era de tanta preocupación para ellos que ni siquiera prepararon el cuerpo de Jesús para ser sepultado apropiadamente el viernes, a menos que transgredieran el cuarto mandamiento.

"Y ya al atardecer, como era el día de la Preparación, es decir, la víspera del sábado . . . María Magdalena, y María la de José, observaban dónde quedaba puesto.

"Pasado el sábado, María la Magdalena, María la madre de Jacobo, y Salomé compraron especias aromáticas para ir a embalsamarle. Y muy de madrugada, el primer día de la semana, llegan al sepulcro cuando había salido el sol. Y se decían unas a otras: ¿Quién nos hará rodar la piedra de la entrada del sepulcro?"—Marcos 15:42, 47; 16:1–3.

Para una lectura más amplia acerca de esto, véase Lucas 23:53–24:2.

PUNTO NUMERO SIETE—De acuerdo al Nuevo Testamento, los apóstoles de Jesús siempre guardaron el sábado bíblico.

Los apóstoles guardaron el sábado bíblico. Léase Hechos 13:14; Hechos 13:42; Hechos 16:13; Hechos 17:1-2.

Pablo se sostuvo a sí mismo fabricando tiendas; y entonces el sábado predicaba el evangelio.

"Y como era del mismo oficio, se quedó con ellos, y trabajaban juntos, pues el oficio de ellos era hacer tiendas . . .Y discutía en la sinagoga todos los sábados, y persuadía a judíos y a griegos . . . Y se estableció allí por un año y seis meses, enseñándoles la palabra de Dios."—Hechos 18:3, 4, 11. La costumbre de Pablo era la misma de Cristo: guardar el sábado bíblico (Hechos 17:1-2; Lucas 4:16).

Pablo nunca enseñó que la ley moral estaba, o podía ser puesta a un lado. Siempre regiría la conducta de la humanidad.

"¿Luego invalidamos la ley por medio de la fe? ¡En ninguna manera! sino que afianzamos la ley!"—Romanos 3:31.

"¿Qué, pues, diremos? ¿Permanezcamos en el pecado para que la gracia abunde? ¡En ninguna manera! Los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?"—Romanos 6:1–2.

"¿Qué diremos, pues? ¿Es la ley pecado? ¡En ninguna manera! Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco habría sabido lo que es la concupiscencia, si la ley no dijera: No codiciarás."—Romanos 7:7.

Pablo vio que el problema era que necesitábamos obedecer la ley; no había nada malo en los requerimientos de la ley misma.

"De manera que la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno."—Romanos 7:12.

"La circuncisión es nada, y la incircucisión es nada; lo que importa es la observancia de los mandamientos de Dios."—1 Corintios 7:19.

La norma moral que gobierna a la humanidad no fue disminuída o abolida por la muerte de Cristo; porque, ciertamente, es a través de los méritos del sacrificio de Cristo que podemos ser habilitados para guardar la ley.

"Y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados."—Mateo 1:21.

Jesús nos salva de nuestros pecados, no en nuestros pecados. Y ya que el pecado es la transgresión de los Diez Mandamientos, es obvio que él nos salva capacitándonos y fortaleciéndonos para guardar la ley.

"Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley."—1 Juan 3:4.

Los otros apóstoles vieron esta gran verdad, que la norma moral que gobierna a la humanidad no fue disminuída o abolida por la muerte de Cristo:

"Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañandoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era.

"Mas el que mira atentamente a la ley perfecta, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será dichoso en lo que hace . . . Porque cualquiera que guarda toda la ley, pero ofende en un punto, se hace culpable de todos. Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad . . . Así también la fe, si no tiene obras, está muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras."—Santiago 1:22–25; 2:10–12, 17–18.

"En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. Pues éste es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos."—1 Juan 5:2–3.

PUNTO NUMERO OCHO—Dios predijo en las Escrituras que más tarde los hombres tratarían de cambiar la ley de Dios—y especialmente el "tiempo de la ley."

El sábado bíblico es muy importante—porque éste es ¡el centro de nuestro culto a Dios! Si los hombres iban a tratar más tarde de cambiarlo a otro día, con toda seguridad esperaríamos que la profecía bíblica dijera que esto ocurriría.

"Y [el cuerno pequeño]hablará palabras contra el Altísimo, y tratará duramente a los santos del Altísimo, y pretenderá cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta un tiempo, y tiempos, y medio tiempo."—Daniel 7:25.

La iglesia de la Edad Media iba a regir al mundo por 1260 años, y durante ese tiempo trataría de anular el tiempo sagrado de la ley de Dios y poner uno falso en su lugar. ¡Oh cuánta blasfemia pueden los hombres idear, cuando son tentados por Satanás para obtener el control religioso de sus semejantes!

"Porque no vendrá [el segundo advenimiento de Cristo] sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios."—2 Tesalonicenses 2:3-4.

Dios dijo:

"Santificad mis sábados; y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que Yo Soy Jehová vuestro Dios."—Ezequiel 20:20.

Luego de que el Nuevo Testamento fue concluído y los apóstoles murieron, los hombres trataron de transferir la santidad del séptimo día al primer día de la semana. Así es como trataron de cambiar "el tiempo de la Ley."

El Catolicismo Romano: "Conviene recordar a los Presbiterianos, Bautistas, Metodistas, y a todos los demás cristianos, que la Biblia no los apoya de ninguna manera en su observancia dominical. El domingo (descanso dominical) es una institución de la Iglesia Católica Romana, y aquellos que observan ese día, observan un mandamiento de la iglesia católica."—Sacerdote Brady, en su discurso del 17 de marzo de 1903 en Elizabeth, Nueva Jersey; reportado en las noticias de Elizabeth de N.J., el 18 de marzo de 1903.

"Usted puede investigar en toda la Biblia desde el Génesis hasta el Apocalipsis, y no encontrará una sóla línea autorizando la santificación del domingo. Las Escrituras imponen la observancia religiosa del sábado, un día que nunca santificamos."—James Cardinal Gibbon, The Faith of Our Fathers, capítulo 8.

"Si los protestantes siguieran la Biblia, le rendirían culto a Dios en el día del sábado. Al guardar el domingo están siguiendo una ley de la Iglesia Católica."—Albert Smith, Canciller de la Arquidiócesis de Baltimore, contestando en nombre del cardenal, en una carta del 10 de febrero de 1920.

"Ocupamos en esta tierra el lugar del Dios Todopoderoso."—Papa León XIII, Carta Encíclica, del 20 de junio de 1894; The Great Encyclical Letters of Leo XIII, pág. 304.

"Pruébeme por la Biblia solamente, que estoy obligado a santificar el domingo. No hay una ley semejante en la Biblia. Esta es solamente una ley de la Iglesia Católica. La Biblia dice: ‘Acuérdate del día del sábado para santificarlo.’ La Iglesia Católica dice: No, mediante mi autoridad divina anulo el día del sábado y le ordeno que santifique el primer día de la semana. Y ¡he aquí! que todo el mundo civilizado se postra en respetuosa obediencia a la orden de la santa Iglesia Católica!"—Sacerdote Thomas Enright, CSSR, Presidente del Redemptorist College, Kansas City, MO, en una conferencia en Hartford, Kansas Weekly Call, el 22 de febrero de 1884, y el American Sentinel, un periódico Católico Romano de New York, en junio de 1893, pág. 173.

"Por supuesto que la Iglesia Católica asegura que el cambio fue hecho por ella . . . Y QUE ESE HECHO ES UNA SEÑAL de su poder eclesiástico."—Desde la oficina del Cardinal Gibbons, a través del canciller H. F. Thomas, 11 de noviembre de 1895.

Cuán importante es que obedezcamos los mandamientos de Dios en vez de los mandamientos de los hombres.

"¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis?"—Romanos 6:16.

"Porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás."—Mateo 4:10.

"Mas en vano me rinden culto, enseñando doctrinas que son preceptos de hombres."—Mateo 5:19.

"¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él."—1 Reyes 18:21.

PUNTO NUMERO NUEVE—El sábado del séptimo día, instituído por Dios al crear este mundo, es el sello de la autoridad de su gobierno.

El código básico gubernamental de Dios para la humanidad son los Diez Mandamientos. De esos diez, solamente el mandamiento del sábado revela el nombre de nuestro Creador y Legislador.

De todos los mandamientos del Decálogo, solamente el cuarto revela (1) el nombre, (2) la autoridad, y (3) el dominio del Autor de esta Ley:

En seis días, (1) el Señor (2) hizo (cargo el Creador) (3) el cielo y la tierra (dominio o territorio sobre los cuales él gobierna). Este es el único mandamiento que contiene el sello de Dios.

Examine el sello de un notario público o cualquier otro sello legal. Cada sello siempre tendrá las señales de identidad mencionadas anteriormente.

"Acuérdate del día del sábado para santificarlo . . . Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día del sábado y lo santificó."—Exodo 20:8, 11.

El mandamiento del sábado contiene el sello de Dios, y el sábado en sí mismo—dado en este mandamiento—está inseparablemente conectado con este sello. Porque el sábado es la base de todo culto verdadero a nuestro Creador. Y este culto se encuentra en el corazón de todo nuestro reconocimiento de su autoridad como nuestro Creador y nuestro Dios. El sábado ha de ser siempre guardado como una señal de que le pertenecemos. Y la observancia de éste nos coloca dentro del círculo de este sello.

El sello es impreso para que todos conozcamos la autoridad de dónde viene—y para que todos podamos saber que no ha de ser cambiado. El sábado del séptimo día viene de Dios. Que ningún hombre se atreva a falsificarlo—porque el sello de Dios está sobre él.

"Ahora, pues, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no pueda ser revocado."—Daniel 6:8.

"Ata el testimonio, sella la instrucción entre mis discípulos."—Isaías 8:16.

"Señal es [el sábado]para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó."—Éxodo 31:17.

"Y santificad mis sábados, y sean por señal entre mí y vosotros, para que sepáis que yo soy Jehová, vuestro Dios."—Ezequiel 20:20.

El sábado es una potente señal del poder creador de Dios—no solamente de esta tierra, sino también dentro de nuestras vidas. Se requiere el mismo poder para limpiar nuestras vidas y redimirnos que el que se necesitó para crearnos al principio.

"Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio."—Salmo 51:10.

"Porque somos . . . creados en Cristo Jesús para buenas obras."—Efesios 2:10.

La Biblia nos dice que habrá una obra especial de sellamiento durante los últimos días, justo antes del regreso de Jesús en las nubes de los cielos.

"Ví también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles . . . diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios."—Apocalipsis 7:2–3 (Ezequiel 9:1–6).

"Después miré, y he aquí que el Cordeo estaba de pie sobre el monte de Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente."—Apocalipsis 14:1.

El nombre del Padre es una expresión de su carácter. Cuando Moisés pidió ver la gloria de Dioa, el Señor pasó por delante de él, y proclamó su nombre—dijo como él era.

"¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad."—Exodo 34:6.

Y mientras contemplamos la santa ley de Dios, tenemos otra representación de su carácter. Esta es otro aspecto de ese carácter. Son las características de Dios impresas en la roca eterna. El desea que vivamos esta ley en nuestras vidas.

Cuando Dios escribe su nombre en la frente suya y en su mano derecha, esto significa que él escribe su ley en el corazón suyo. Esta es la obra del nuevo pacto (Hebreos 8:10; 10:16; Jeremías 31:33) y esta obra alcanza su punto culminante cuando Dios efectúa el "sellamiento" de su pueblo, justamente antes de que él regrese por segunda vez en las nubes de los cielos. ¿Cómo son aquellos que están sellados? Son completamente obedientes a la ley de Dios.

"Y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios."—Apocalipsis 14:5.

Pero durante la crisis final, antes de su regreso, habrá un pueblo que rendirá obediencia a la bestia en vez de a Dios.

"Y un tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino del furor de Dios."—Apocalipsis 14:9–10.

"Y [la bestia] hace que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les ponga una marca en la mano derecha, o en la frente."—Apocalipsis 13:16.

En contraste con los que le sirven a la bestia y reciben su marca, están aquellos que en los últimos días servirán a Dios y recibirán su sello. ¿Cómo pueden ser identificados? Dios nos lo ha dicho en su Palabra. Aquí tenemos una descripción del pueblo remanente de Dios en el tiempo del fin:

"Entonces el dragón [Satanás, obrando a través de sus agentes] se llenó de ira contra la mujer; y se fue hacer guerra contra el resto de la simiente o descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo."—Apocalipsis 12:17.

El tercer ángel de Apocalipsis 14, que advierte a los hombres a no recibir la marca de la bestia, a su vez les dice cómo evitar ser marcados—guardando los mandamientos de Dios a través de la fe en Cristo:

"Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz; si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira . . . Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús."—Apocalipsis 14:9-10, 12.

La crisis final será ocasionada por un decreto de la bestia, diciendo que todos los hombres deben desobedecer un mandamiento de la ley de Dios. Las naciones y las iglesias del mundo no demandarán de los hombres que roben o mientan o cometan adulterio. El creciente movimiento hacia la ley dominical nacional está progresando con mayor fuerza con cada año que pasa. Se ve que en este punto, y en éste solamente, encontraremos el centro de la crisis de Apocalipsis 13 y 14.

El primer ángel de Apocalipsis 14 llama hoy en día a los hombres en todas partes, a que rindan homenaje a Dios—volviendo a la adoración del Creador de todas las cosas.

"Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los que habitan sobre la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo.

"Diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas."—Apocalipsis 14:6–7.

A medida que la crisis se acerca debemos prepararnos.

"La observancia del domingo por parte de los protestantes, es un homenaje que ellos rinden, a pesar de sí mismos, a la autoridad de la Iglesia [Católica],"—Monseñor Louis Segur, Plain Talk About the Protestantism of Today, pág. 213.

Ya estamos enfrentando leyes de cierres dominicales a niveles locales. A los hombres se les está prohibiendo efectuar negocios en el primer día de trabajo de la semana, no sea que se los multe o encarcele. Y la situación empeorará en los días que están ante nosotros.

"Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen de la bestia pudiese incluso hablar y hacer matar a todo el que no la adorase. Y hace que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les ponga una marca en la mano derecha, o en la frente; y que nadie pueda comprar ni vender, sino el que tenga la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre."—Apocalipsis 13:15–17.

Pero hay victoria para aquellos que permanecerán fieles al Dios del cielo. Hay un poder vencedor para quienes "guarden los mandamientos de Dios y la fe de Jesús" (Apocalipsis 14:12).

"Ví también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con arpas de Dios."—Apocalipsis 15:2.

PUNTO NUMERO DIEZ—El pueblo remanente de Dios guardará el sábado bíblico, y ese santo día será observado por toda la eternidad.

(1) A pesar de que existen más de dos mil denominaciones hoy día, el pueblo remanente de Dios, que estará viviendo al fin del tiempo, podrá ser identificado. Dios los ha identificado para nuestro beneficio. Después de explicar acerca de cómo el poder del anticristo durante la Edad Media trató por siglos de destruir al pueblo de Dios, se nos ha dicho cómo identificarlos en estos últimos días, justo antes de que Cristo regrese en las nubes para reclamar a los suyos.

"Entonces el dragón se encolerizó contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo."—Apocalipsis 12:17.

Y el tercer ángel, después de advertir a todos los hombres en contra de recibir la marca de la bestia, nos dice claramente cuál será el pequeño grupo que permanecerá separado de esta apostasía casi universal:

"Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús."—Apocalipsis 14:12.

Habrá una apostasía casi universal. Todos a nuestro alrededor pueden haber visto una ola creciente de rebeldía en contra de los Diez Mandamientos. Los colegios universitarios y las universidades enseñan que el hombre no es sino un animal que desciende de los gusanos y la ameba. Las iglesias enseñan que Dios invalidó los Diez Mandamientos en el Calvario, y que Jesús murió para llevar a los pecadores al cielo tal y como son. Las agencias gubernamentales están rebajando las restricciones morales y permitiendo los juegos de azar, el aborto, la homosexualidad y otros vicios.

Este mundo se está convirtiendo en una maldición, pero pronto Dios intervendrá. La profecía nos dice que antes del fin habrá una pequeña compañía que permanecerá fiel a los mandamientos de Dios, por la fe en Jesucristo.

(2) Y pronto este mundo malo de la actualidad terminará súbitamente con el regreso de Jesucristo—y el cielo comenzará para los fieles.

Y en aquel cielo ese sábado del séptimo día será observado para siempre. El pueblo de Dios sufrió y murió por él aquí abajo; y ellos adorarán a Dios en ese santo día a través de las edades por venir.

Apocalipsis 21 y 22 nos dicen acerca de esta nueva vida con Jesús, cuando el pecado habrá terminado y los impíos ya no estarán vivos.

"Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más . . . Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero."—Apocalipsis 21:1; 22:1.

Y entonces se nos dice quién entrará en ese hermoso mundo nuevo:

"Bienaventurados los que guardan sus mandamientos, para poder tener acceso al árbol de la vida y para entrar por las puertas en la ciudad."—Apocalipsis 22:14.

Pero aún hay algo más: Está la promesa de que guardarán el sábado durante toda la eternidad:

"Porque he aquí que yo crearé unos nuevos cielos y una nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni vendrá más al pensamiento . . . Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de un árbol añoso serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán de la obra de sus manos . . . El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No harán más daño ni destruirán en todo mi santo monte, dice Jehová . . .

"Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y vuestro nombre. Y sucederá que de mes en mes, y de sábado en sábado, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová."—Isaías 65:17, 21–22, 25; 66:22–23.

Ahora Ud. ha visto el plan de Dios para su pueblo. Y éste es maravilloso. Puede comenzar para Ud. ahora mismo. Y continuará por toda la eternidad. ¿Por qué no comenzar hoy—esta misma semana? Pídale a Dios que lo perdone por su pasado, y dígale que, por Su gracia, adorará a su Creador en su día. Esta es la mejor decisión que Ud. puede tomar. Vaya a El ahora mismo. El lo ayudará a tomar su decisión.

Y el próximo sábado—comience esa sagrada relación con Dios durante su día, el santo día del cual se habla en Isaías 58. Lea ese capítulo y observe las bendiciones que El le agregará, si Ud. le permite tomar las riendas de su vida.

Pero no piense en que no habrá problemas o pruebas. Satanás le traerá muchos. El odia el sábado y a quienes permanecen leales a éste. Sin embargo, si Ud. se propone ser fiel a Dios y a su Palabra recibirá fortaleza de lo alto para pasar por todo lo que está en el futuro.

Y un día, muy pronto, si es fiel hasta el fin, Ud. con todos los redimidos de todas las edades se regocijará sobre el mar de cristal, y recibirá de la mano de Jesús la corona del vencedor. Y recibirá ese nombre nuevo, que denota un nuevo carácter. Y comenzará una relación con Jesús que durará por toda la eternidad.

"Entonces uno de los ancianos tomó la palabra, diciéndome: Estos que están cubiertos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?

"Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Éstos son los que han venido procedentes de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.

"Por eso están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su santuario; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.

"Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni ardor alguno.

"Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos."—Apocalipsis 7:13–17.

LA BIBLIA:

LA GUIA DIVINA PARA SU VIDA

¿Cuál es el propósito de la Biblia?

2 Pedro 1:21—"Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo."

Juan 20:30–31—"Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre."

Salmo 119:11—"En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra tí."

Salmo 119:105—"Lámpara es a mis pies tu palabra, y luz para mi camino."

Romanos 15:4—"Porque las cosas que se escribieron en el pasado, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por medio de la paciencia, y de la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza."

¿Cómo debemos estudiar la Biblia?

Hechos 17:11—"Y éstos eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así."

Isaías 28:10—"Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá."

2 Timoteo 2:15—"Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza rectamente la palabra de verdad."

Juan 5:39—"Escudriñad las Escrituras, porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí."

EL PLAN DE REDENCIÓN:

El Plan de Dios para Salvarlo del Pecado

Romanos 3:23—"Por cuanto todos pecaron, y están destituídos de la gloria de Dios."

Isaías 59:2—"Pero vuestras iniquidades han hecho separación entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no escucharos."

Romanos 6:23—"Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro."

2 Pedro 3:9—"El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento."

Exodo 34:6–7—"¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado."

Juan 3:16–20—"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en él, no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por medio de él. El que cree en él, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que obra el mal, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean redargüidas."

Lucas 19:10—"Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido."

Mateo 1:21—"El salvará a su pueblo de sus pecados."

Isaías 53:6—"Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; y Jehová cargó sobre él la iniquidad de todos nosotros."

Hechos 16:31—"Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa."

2 Corintios 6:2—"He aquí ahora el tiempo favorable; he aquí el día de salvación."

Juan 1:12—"Pero a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios."

Gálatas 2:20—"Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí."

Juan 3:3—"De cierto, de cierto te digo, que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios."

2 Corintios 5:17—"De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, todas son hechas nuevas."

Filipenses 2:13—"Porque Dios es el que en vosotros opera tanto el querer como el hacer, por su buena voluntad."

Hebreos 10:16—"Pondré mis leyes en sus corazones, y las inscribiré en sus mentes."

1 Juan 1:9—"Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos de toda iniquidad."

Filipenses 4:13—"Todo lo puedo en Cristo que me fortalece."

OBEDIENCIA POR LA FE:

CÓMO DIOS LO CAPACITA PARA OBEDECERLO

1 - Dios Tiene un Gobierno

Salmo 103:19— "Jehová estableció en los cielos su trono, y su soberanía domina sobre todo."

2 - No Puede Haber un Gobierno sin Una Ley

Romanos 7:12—"La ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno."

Romanos 7:14—"Porque sabemos que la ley es espiritual; mas yo soy carnal, vendido al poder del pecado."

Proverbios 28:9—"El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable."

3 - La Ley de Dios fue para los Hombres en los Tiempos BIblicos

Romanos 3:31—"¿Luego invalidamos la ley por medio de la fe? ¡En ninguna manera! sino que afianzamos la ley."

Santiago 2:10–12—"Porque cualquiera que guarda toda la ley, pero ofende en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo: No cometerás adulterio, también dijo: No cometerás homicidio. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero cometes homicidio, ya te has hecho transgresor de la ley. Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad."

4 - La Ley de Dios es para el Remanente en los Ultimos DIas

Apocalipsis 12:17—"Entonces el dragón se encolerizó contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo."

Apocalipsis 14:12—"Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús."

5 - Hay una RebeliOn General en Contra de la Ley de Dios

Romanos 8:7—"Por cuanto la mentalidad de la carne es enemistad contra Dios; porque no se somete a la ley de Dios, ya que ni siquiera puede."

Salmo 119:126—"Es hora de actuar, oh Jehová, porque han violado tu ley."

6 - Hay Promesas para los Obedientes

Salmo 119:165—"Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo."

Isaías 48:18—"¡Oh, si hubieras atendido a mis mandamientos! Sería entonces tu paz como un río, y tu justicia como las ondas del mar."

7 - Las Leyes Ceremoniales Fueron Abolidas en la Cruz (Hebreos 10:1–16)

Colosenses 2:14—"Cancelando el documento de deuda en contra nuestra, que consistía en ordenanzas, y que nos era adverso, quitándolo de en medio y clavándolo en la cruz."

Colosenses 2:17—"Todo lo cual es sombra de lo que ha de venir; pero el cuerpo es de Cristo."

8 - ¿QuE Hace la Ley por el Pecador?

Dios usa la ley para hacer por el pecador justamente lo que necesita ser hecho. El pecador debe darse cuenta de que es un pecador. La pesada mano de la ley debe ser colocada sobre él, y tiene que ser detenido en su curso de acción. Nótese cuidadosamente lo siguiente:

1. Esta proporciona un conocimiento del pecado.

Romanos 3:20—"Por medio de la ley es el conocimiento del pecado" (Romanos 7:7).

2. Trae culpa y condenación.

Romanos 3:19—"Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice para los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios."

3. Actúa como un espejo espiritual.

Santiago 1:23–25—"Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente a la ley perfecta, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será dichoso en lo que hace" (Santiago 2:9–12).

Sin la ley, el pecador es como un hombre que ha sido afligido por una enfermedad mortal y no sabe que la tiene. Pablo dice: "Pero yo no conocí el pecado sino por la ley" (Romanos 7:7).

9 - ¿QuE es incapaz de hacer la ley por el pecador?

La ley no puede perdonar. La ley no tiene el poder de perdonar a quienes violan sus preceptos. Solamente el Legislador puede hacerlo. Jesús murió para redimirnos de la maldición de la ley (Gálatas 3:13). La ley no puede guardar al pecador de pecar "por cuanto la mentalidad de la carne es enemistad contra Dios; porque no se somete a la ley de Dios, ya que ni siquiera puede" (Romanos 8:7).

La ley solamente le muestra al pecador dónde necesita cambiar; pero la ley misma, no puede cambiarlo. Así que pongamos bien claros tres puntos acerca de la ley.

1. Esta no puede perdonar o justificar.

Romanos 3:20—"Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de El."

2. Esta no puede guardar de pecado o santificar.

Gálatas 3:21—"¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? ¡En ninguna manera! Porque si se hubiese dado una ley que pudiera vivificar, la justicia dependería realmente de la ley."

3. No puede limpiar o preservar limpio el corazón (Romanos 9:3, 7–8).

La ley está limitada en su habilidad de hacer todo lo que necesita ser hecho por el pecador. Una herida no puede ser cosida solamente con una aguja. El hilo del Evangelio debe hacer esto.

10 - ¿QuE hace la gracia de Cristo por el pecador?

Cuando la ley de Dios y el Espíritu de Dios han hecho que el pecador esté consciente de su pecado, entonces él sentirá la necesidad de Cristo y acudirá al Salvador en busca de perdón. El publicano se dió cuenta de esto (Lucas 18:13–14). La mujer tomada en adulterio se sintió condenada y avergonzada. Ella necesitaba simpatía y perdón, y Cristo estaba listo para concedérselo. Entonces él dijo: "No peques más."

Si confesamos y abandonamos el pecado, él nos perdonará (1 Juan 1:9). Esto es gracia o favor inmerecido. El bondadoso amor de Cristo despierta amor en el corazón del pecador, y entonces él desea servir y obedecer a Dios. Aquí tenemos cuatro elementos de la gracia salvadora de Cristo:

1. Perdona y justifica.

Hechos 13:38–39—"Tened, pues, entendido, varones hermanos, que por medio de él se os anuncia perdón de pecados, y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree" (Lucas 18:13–14).

2. Salva del pecado o santifica.

Mateo 1:21—"Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados."

1 Corintios 1:30—"Mas por obra suya estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho de parte de Dios sabiduría, justificación, santificación y redención."

3. Inspira fe.

Efesios 2:8–10—"Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe; y esto no proviene de vosotros, pues es don de Dios; no a base de obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas."

4. Trae el poder de Dios.

Romanos 1:16—"Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego."

El perdón del pecado y el poder sobre el pecado vino a través del ejercicio de una fe sencilla en las promesas de Dios y de una completa entrega del corazón a él.

11 - ¿COmo se relaciona con la ley un pecador salvado por gracia?

1. La ley se convierte en la norma de su vida.

1 Juan 5:3—"Pues éste es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos."

2. Le permite a Cristo cumplir en él la justicia de la ley.

Romanos 8:3, 4—"Dios, enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y en lo concerniente al pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, los que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu."

3. Cristo escribe la ley en su corazón.

Hebreos 8:10—"Porque este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en las mentes de ellos, y las inscribiré sobre su corazón; y seré a ellos por Dios, y ellos serán a mí por pueblo" (Salmo 119:11).

"Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu." — Salmos 34:18

"Como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen." — Ps:103:13

"Y el efecto de la justicia será paz; y la labor de justicia, reposo y seguridad para siempre." — Isaias 32:17

16. Principios del Sano Vivir

No tenemos que estar enfermos todo el tiempo. Las leyes de la naturaleza son las leyes de Dios. Aprenderlas y obedecerlas puede capacitar a cada uno de nosotros para vivir una vida más completa y feliz. Nuestras mentes estarán más claras, nuestros cuerpos más sanos, y podremos servir mejor a Dios. Aquí están los principios básicos del sano vivir que lo ayudarán.

Hoy en día, estamos tan acostumbrados a las drogas y medicamentos químicos, que nos asombra el hecho que Centros de Tratamientos Naturales de hace cien o más años atrás utilizaran una combinación de los ocho principios o remedios naturales (aire puro, luz solar, abstinencia, descanso, ejercicio, una dieta adecuada, el uso del agua por dentro y fuera, y la confianza en el poder divino) para restaurar la salud de casi cualquier enfermedad—sin los efectos perniciosos de las drogas o medicamentos químicos, los cuales son, de una u otra forma, venenosos y altamente perjudiciales. Aquí compartimos varias declaraciones de aquella época pasada, escritos por la autora de los capítulos 1 al 6, y 7 de la presente obra que tiene en sus manos.

"Una práctica que prepara el terreno para un gran acopio de enfermedades y de males aun peores, es el libre uso de drogas venenosas. Cuando se sienten atacados por alguna enfermedad, muchos no quieren darse el trabajo de buscar la causa. Su principal afán es librarse de dolor y molestias. Por tanto, recurren a específicos, cuyas propiedades apenas conocen, o acuden al médico para conseguir algún remedio que neutralice las consecuencias de su error, pero no piensan en modificar sus hábitos antihigiénicos. Si no consiguen alivio inmediato, prueban otra medicina, y después otra. Y así sigue el mal.

"Hay que enseñar a la gente que las drogas no curan la enfermedad. Es cierto que a veces proporcionan algún alivio inmediato momentáneo, y el paciente parece recobrarse por efecto de esas drogas, cuando se debe en realidad a que la naturaleza posee fuerza vital suficiente para expeler el veneno y corregir las condiciones causantes de la enfermedad. Se recobra la salud a pesar de la droga, que en la mayoría de los casos sólo cambia la forma y el foco de la enfermedad. Muchas veces el efecto del veneno parece quedar neutralizado por algún tiempo, pero los resultados subsisten en el organismo y producen un gran daño ulterior.

"Por el uso de drogas venenosas muchos se acarrean enfermedades para toda la vida, y se malogran muchas existencias que hubieran podido salvarse mediante los métodos naturales de curación. Los venenos contenidos en muchos así llamados remedios crean hábitos y apetitos que labran la ruina del alma y del cuerpo . . .

"La única esperanza de mejorar la situación estriba en educar al pueblo en los principios correctos. Enseñen los médicos que el poder curativo no está en las drogas, sino en la naturaleza. La enfermedad es un esfuerzo de la naturaleza para librar al organismo de las condiciones resultantes de una violación de las leyes de la salud. En caso de enfermedad, hay que indagar la causa. Deben modificarse las condiciones antihigiénicas y corregirse los hábitos erróneos. Depués hay que ayudar a la naturaleza en sus esfuerzos por eliminar las impurezas y reestablecer las condiciones normales del organismo.

"El aire puro, el sol, la abstinencia, el descanso, el ejercicio, un régimen alimenticio conveniente, el agua y la confianza en el poder divino son los verdaderos remedios. Todos debieran conocer los agentes que la naturaleza provee como remedios, y saber aplicarlos. Es de suma importancia darse cuenta exacta de los principios implicados en el tratamiento de los enfermos, y recibir una instrucción práctica que le habilite a uno para hacer uso correcto de estos conocimientos.

"El empleo de los remedios naturales requiere más cuidados y esfuerzos de lo que muchos quieren prestar. El proceso natural de curación y reconstitución es gradual y les parece lento a los impacientes. El renunciar a la satisfacción dañina de los apetitos impone sacrificios. Pero al fin se verá que, si no se le pone trabas, la naturaleza desempeña su obra con acierto y los que perseveren en la obediencia a sus leyes encontrarán recompensa en la salud del cuerpo y del espíritu . . .

"No se nos recordará demasiado que la salud no depende del azar. Es resultado de la obediencia a la ley . . . No nos hallamos empeñados en combates ficticios. Libramos un combate del que dependen resultados eternos. Tenemos que habérnoslas con enemigos invisibles. Angeles malignos luchan por dominar a todo ser humano. Lo perjudicial para la salud, no sólo reduce el vigor físico, sino que tiende a debilitar las facultades intelectuales y morales. Al ceder a cualquier práctica antihigiénica dificultamos la tarea de discernir entre el bien y el mal, y nos inhabilitamos para resistir al mal. Esto aumenta el peligro del fracaso y de la derrota . . .

"Sin el poder divino, ninguna reforma verdadera puede llevarse a cabo. Las vallas humanas levantadas contra las tendencias naturales y fomentadas no son más que bancos de arena contra un torrente. Sólo cuando la vida de Cristo es en nuestra vida un poder vivificador podemos resistir las tentanciones que nos acometen de dentro y de fuera.

"Cristo vino a este mundo y vivió conforme a la ley de Dios para que el hombre pudiera dominar perfectamente las inclinaciones naturales que corrompen el alma. Él es el Médico del alma y del cuerpo y da la victoria sobre las pasiones guerreantes. Ha provisto todo medio para que el hombre pueda poseer un carácter perfecto." El Ministerio de Curación, págs. 88–92.

 

Aquí Presentamos Algunos Principios Básicos Adicionales del Sano Vivir

Traducidos del original en inglés

 

"De una forma proporcional a la manera en que las leyes de la naturaleza son quebrantadas, la mente y el alma son debilitadas . . . se ve sufrimiento físico de todo tipo . . . El sufrimiento debe seguir a este curso de acción. La fuerza vital del sistema no puede soportar la carga que se le impone, y finalmente, se desploma." —Carta, 30 de agosto de 1896.

"La enfermedad es causada por la violación de las leyes de la salud; es el resultado de violar las leyes de la naturaleza."— Testimonies, tomo 3, pág. 164.

"La salud es un gran tesoro. Es la posesión más preciosa que el hombre mortal puede tener. Las riquezas, el honor o el conocimiento son adquiridos a un precio demasiado elevado si se obtienen a expensas del vigor de la salud. Ninguno de esos logros puede asegurar la felicidad si no se tiene salud."—Christian Education, pág. 16.

"Se usa bien el tiempo que se emplea para el establecimiento y preservación de una robusta salud física y mental. . .Es fácil perder la salud, pero es difícil recuperarla."—Review, N° 39, 1884.

"Una perfecta salud depende de una perfecta circulación."—Testimonies, tomo 2, pág. 531.

"Muchos me han preguntado: ¿Qué curso de acción debo seguir para preservar mi salud en el mejor estado? Mi respuesta es: Dejad de transgredir las leyes de vuestro ser; dejad de complacer un apetito depravado, comed alimentos sencillos, vestíos en forma saludable, lo cual requerirá una modesta sencillez; trabajad de manera saludable, y no estaréis enfermos." —El Reformador de la Salud.

"Una vida sin propósito es una muerte viviente. La mente debería espaciarse en temas relacionados con los intereses eternos. Eso conducirá a la salud del cuerpo y de la mente."—Review, N° 31, 1884.

"Dios mismo ha prometido mantener la maquinaria viviente en actividad saludable, si el agente humano obedece sus leyes y coopera con Dios."—Carta, 11 de enero del 1897.

"Que siempre se conserve en mente el hecho de que el gran objetivo de la reforma higiénica es asegurar el mayor desarrollo posible de la mente, del alma y del cuerpo."—Temperancia Cristianá, pág. 120.

"La naturaleza restaurará su vigor y fortaleza en sus horas de sueño, si sus leyes no son violadas."—Una Apelación Solemne, pág. 16.

"El confinamiento en el interior hace que las mujeres sean pálidas y débiles, y resulta en una muerte prematura."—El Reformador de la Salud.

"Complacerse en comer demasiado a menudo, y en demasiadas cantidades, agota los órganos digestivos, y produce un estado febril en el sistema. La sangre se vuelve impura, y entonces surgen enfermedades de diversas clases."—Dones Espirituales, tomo 4, pág. 133.

"Los efectos producidos por vivir en habitaciones estrechas y con poca ventilación son estos . . . La mente se vuelve deprimida y melancólica, mientras que todo el sistema se enerva; y es posible que se generen fiebres y otras enfermedades agudas . . . El sistema es pecualiarmente sensitivo a la influencia del frío. Una exposición ligera produce serias enfermedades."—Testimonios, tomo 1, pág. 702.

"¿Qué influencia tiene sobre el estómago el comer en exceso? —Este se debilita, los órganos digestivos se agotan, y como resultado se produce la enfermedad, con toda su estela de males."—Testimonios, tomo 2, pág. 364.

"El libre uso de azúcar en cualquier forma tiende a recargar el sistema, y a menudo es una causa de enfermedad."—Consejos a Padres y Maestros, pág. 57.

"La posibilidad de enfermarse aumenta diez veces al comer carne."—Testimonios, tomo 2, pág. 64.

"Las mezclas ricas y complicadas de alimentos destruyen la salud. Las carnes muy sazonadas y los pasteles suculentos están desgastando los órganos digestivos."—Carta, 5 de noviembre de 1896.

"Un descuido de la limpieza provocará enfermedad."—Cómo Vivir, capítulo 4, pág. 61.

"Las habitaciones que no son expuestas a la luz y al aire se vuelven húmedas . . . Diversas enfermedades han sido producidas por dormir en esas habitaciones."—Cómo Vivir, pág. 243.

"Si es posible, las moradas debieran construirse en terreno elevado y seco. Si se construye una casa donde el agua se aposa alrededor de ella, permaneciendo por un tiempo y luego secándose, se levantan emanaciones venenosas, y el resultado será fiebre intermitente, dolor de garganta, enfermedades de los pulmones y fiebre."—Cómo Vivir, pág. 246.

"Si la ropa que se usa no se lava a menudo, se vuelve mugrienta con las impurezas arrojadas por el cuerpo mediante el sudor sensible e insensible . . . Los poros de la piel vuelven a absorber el material de desecho arrojado."—Cómo Vivir, pág. 246.

"Cuando hacemos todo lo que podemos de nuestra parte para tener salud, entonces podemos esperar que seguirán resultados benditos, y podemos pedirle a Dios con fe que bendiga nuestros esfuerzos para la preservación de la salud."—Cómo Vivir, pág. 246.

"La transgreción de las leyes físicas es la transgreción de la ley de Dios. Nuestro Creador es Jesucristo. El es el autor de nuestro ser. El ha creado la estructura humana. El es el autor de las leyes físicas, así como es el autor de la ley moral (Los Diez Mandamientos). El ser humano que es atrevido y descuidado en sus hábitos y prácticas que conciernen a su vida física y a su salud, peca contra Dios."—Carta del 19 de mayo de 1897.

"El Señor ha dispuesto como parte de su plan, que lo que el hombre (todo ser humano) cosecha en la vida esté de acuerdo a lo que plantó."—Carta del 19 de mayo de 1897.

"Hay diversas maneras de practicar el arte de sanar, pero hay sólo una manera aprobada por el Cielo. Los remedios de Dios son los agentes simples de la naturaleza, que no sobrecargarán o debilitarán al sistema a través de sus poderosas propiedades. El aire y el agua puros, la limpieza higiénica, una dieta apropiada, pureza de vida, y una firme confianza en Dios son remedios, que por su falta, miles mueren; no obstante estos remedios están pasando de moda porque su uso y hábil aplicación requiere un trabajo que la gente no valora."—5 Testimonios, 443.

"La salud debiera ser resguardada tan sagradamente como el carácter."—Temperancia Cristiana e Higiene Bíblica, 83.

"La perfecta salud depende de una circulación perfecta."—2 Testimonios, 531.

"Muchos me han preguntado.—¿qué debo hacer para gozar de buena salud y preservarla? Mi respuesta es: ‘cese de transgredir las leyes naturales; cese de gratificar un apetito depravado; coma alimentos simples, vístase saludablemente, lo cual requerirá modestia simple; trabaje saludablemente y usted no se enfermará.’ "—El Reformador de la Salud.

"Una vida desenfocada y sin rumbo es muerte en vida. La mente debería meditar en temas relacionados con nuestros intereses eternos. Esto resultará en salud del cuerpo y de la mente."—Review, Nro. 31 de 1884.

"Dios se ha comprometido en mantener esta maquinaria viviente en estado saludable siempre y cuando el agente humano obedezca sus leyes y coopere con Dios."—Carta del 11 de enero de 1897.

"Manténgase siempre ante la mente que el gran objetivo de la reforma higiénica es para asegurar el más alto desarrollo de la mente, el ser y el cuerpo."—Temperancia Cristiana e Higiene Bíblica, 120.

"La naturaleza restaurará su vigor y fortaleza en las horas de descanso o sueño, si sus leyes no son violadas."—Una Apelación Solemne, 16.

"El encierro debilita y hace palidecer a las mujeres, lo cual resulta en la muerte prematura."—El Reformador de la Salud.

"Comer muy amenudo y en grandes cantidades sobrecarga los órganos digestivos, y produce un estado febril del sistema. La sangre se hace impura, y así aparecen enfermedades de todo tipo."—4 Dones Espirituales, 133.

"Los efectos de vivir en cuartos encerrados y sin ventilación apropiada son los siguientes: la mente se torna deprimida y negativa, mientras que todo el cuerpo se enerva, dando lugar a fiebres y otras enfermedades serias . . . el sistema es peculiarmente sensible a la influencia del frío. La más leve exposición produce serias enfermedades."—1 Testimonios, 702-703.

"¿Qué influencia tiene el comer en exceso sobre el estómago? Debilita todo el aparato digestivo y la enfermedad, con todos sus males, se hace presente como resultado directo."—2 Testimonios, 364.

"El libre uso del azúcar en cualquier forma tiende a obstruir el sistema, y no es infrecuente causa de enfermedades."—Temperancia Cristiana e Higiene Bíblica, 57.

"Las probabilidades de contraer enfermedades aumentan diez veces al comer carne."—2 Testimonios, 64.

"Mezclas complejas y enriquecidas de comidas destruyen la salud. Carnes muy sasonadas y pastas sobrecargadas o fritas debilitan y destruyen los órganos digestivos."—Carta del 5 de noviembre de 1896.

"Descuidar el aseo induce a la enfermedad."—Cómo Vivir, cap. 12, p. 66.

"Las recámaras o cuartos que no están expuestos a la luz o al aire se vuelven húmedos . . . varias enfermedades han resultado en aquellos que han dormido en ellos."—Cómo Vivir, 244.

"Las viviendas, de ser posible, debieran ser edificadas en lugares altos y secos. Si una casa es edificada donde el agua o la humedad la rodean, estancándose por un tiempo para luego evaporarse, se levanta un miasma venenoso, la fiebre, gripe, dolores de garganta, enfermedades pulmonares y demás condiciones febriles serán el resultado inevitable."—Cómo Vivir, 246.

"Si la ropa que se usa no se lava con frecuencia ni se la airea, se vuelve sucia con impurezas que se desprenden del cuerpo mediante la transpiración sensible e insensible . . . los poros de la piel absorven nuevamente el desperdicio que fue deshechado."—Cómo Vivir, 242.

"Cuando hacemos todo lo que está a nuestro alcance para tener salud, entonces podemos anticipar los resultados benditos que vendrán, y podemos solicitar a Dios con fe que bendiga nuestros esfuerzos en preservar la salud."—Cómo Vivir, 246.

"Cualesquiera que sean nuestras ansiedades y pruebas, presentemos nuestro caso ante el Señor. Nuestro espíritu será fortalecido para poder resistir. Se nos abrirá el camino para librarnos de estorbos y dificultades. Cuanto más débiles e impotentes nos reconozcamos, tanto más fuertes llegaremos a ser en su fortaleza. Cuanto más pesadas nuestras cargas, más bienaventurado el descanso que hallaremos al echarlas sobre el que las puede llevar."—El Deseado de Todas las Gentes, p.296.

"En forma proporcional, cuando las leyes naturales son transgredidas, la mente y el ser se debilitan . . . se pueden notar toda clase de sufrimientos físicos . . . el sufrimiento debe seguir como resultado a este curso de acción. La fuerza vital del sistema no puede soportar esta sobre exigencia de ella requerida y finalmente se quebranta."—Carta del 30 de agosto de 1896.

"Es tiempo bien empleado aquel que es utilizado en establecer y preservar la buena salud física y mental . . . Es fácil perder la salud, pero es difícil recuperarla."—Review, Nro. 39 de 1884.

"Cualesquiera que sean nuestas ansiedades y pruebas, presentemos nuestro caso ante el Señor. Nuestro espíritu será fortalecido para poder resistir. Se nos abrirá el camino para librarnos de estorbos y dificultades. Cuantos más debiles e impotentes nos reconozcamos, tanto más fuertes llegaremos a ser en su fortaleza. Cuanto más pesadas nuestras cargas, más bienaventurado el descanso que hallaremos al echarlas sobre el que las puede llevar." —El Deseado de Todas las Gentes, pág. 296.

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